Kiko Veneno: «Si fuese joven no sabría qué hacer»

FUGAS

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Se ha labrado a indómito pulso el mérito y el respeto que hoy se le reconoce. En los próximos días llega a Galicia con toda su banda para echarse unos cantecitos

28 ago 2018 . Actualizado a las 21:16 h.

Bien podría acomodarse en su venerable pasado ahora que su icónico mechón de canas se ha expandido a toda su cabellera. Pero dejaría de ser Kiko y perdería su veneno. Prefiere mirar al frente e ilusionarse. Casi por imperativo moral. Lúcido por naturaleza y optimista por convicción Kiko Veneno no ha sido nunca, ni será, de los que se escudan en la trinchera.

-Han pasado 41 años desde que publicó «Veneno». ¿Siente nostalgia de aquellos o de otros tiempos?

-No, no. La nostalgia no es un recurso válido. Ahora mismo estoy haciendo un disco nuevo, que publicaré en noviembre, y estoy vibrando tanto como cuando hice Veneno. Que me pase esto con 66 años es maravilloso.

-Me decía Martirio que ella siempre había abierto caminos sin importarle que otros los utilizasen para avanzar. ¿Es su caso también?

-Muy bonito eso que dice Martirio. Pero yo he abierto caminos por ignorancia y por desconocimiento, vamos a poner las cosas en su sitio (se ríe). Yo no había estudiado música en mi vida pero me enamoré de John Lennon y de Frank Zappa. Y esa mentalidad abierta que descubrí en ellos y mi juvenil inconsciencia fue lo que me llevó a abrir caminos. Esa dialéctica es la que no entienden los que, por ejemplo, ahora están machacando a Rosalía. La Niña de los Peines era como Rosalía cuando empezó. Estableció unos cánones y unos clichés que ahora se asumen como sagrados pero que en aquel tiempo fueron algo nuevo. El arte hay que renovarlo constantemente porque si no se anquilosa.

-¿Aún quedan caminos por abrir?

-Siempre, claro que sí.

-¿Sigue intentando verle la parte positiva a todas las músicas o ya ha desistido?

-A todas las músicas y a todas las personas. Si no crees que las personas valen tela y tienen arte, cariño y corazón, ¿qué coño hacemos aquí? Y con la música es igual. ¿Cómo puedes decir que una muiñeira no es bonita aunque te guste el punk?

-En el 2013 me decía que no podía quedarse sentado tranquilamente «viendo a todos los sinvergüenzas que nos gobiernan». ¿Lo mantiene?

-Por supuesto. Y hoy añadiría que no puedo quedarme sentado viendo a todos los que están todo el día con el botoncito en las redes sociales cortando cabezas. Ese sentimiento justiciero que ahora tiene la gente, quillo, eso es casi peor que lo otro. Ser crítico no significa ser un imbécil, un amargado o un desagradable. Para ser crítico lo primero que tú tienes es que ser feliz. Si quieres criticar el sistema empieza por ofrecer empatía y por estar abierto a la gente.

-¿Se sigue sintiendo un guerrillero?

-Sí, sí, lo soy. ¿Y sabes por qué? Porque no me meto en el círculo de la danza. Del qué bueno eres. Y tú más. Del tú sí que tienes arte. Y tú más. Del tú sí que abres puertas. Y tú más... No, yo nunca entraré en ese juego de complacencias al que es tan dado el arte. Me siento muy a gusto en este papel de guerrillero individualista pero muy conectado con la gente.

-A los jóvenes de los 80 y 90 les interesaba la música de los 60 y 70. A los jóvenes de hoy ya no les interesa ni la música del año pasado.

-Bueno, hay una generación joven muy interesante, muy inclusiva y que está viendo la realidad de una forma muy avanzada. Lo que pasa es que son muy pocos. Y en cuanto a gustos musicales sí que andan un poco desperdigados. Antes había una música que unificaba a las generaciones. Hoy el desarrollo de la industria musical se ha fragmentado tanto que imposibilita ese poder cultural que tiene la música cuando unifica. Y eso es algo que al sistema le interesa.

-¿Y en ese contexto hiperfragmentado cómo se reubica Kiko Veneno?

-Para mí no es difícil porque tengo canciones que la gente conoce y un espacio que me he ido ganando en todos estos años. Pero si yo ahora fuese joven no sabría qué coño hacer. Seguramente sería un guerrillero tecno punk.