Borja Quiza: «Sin Bach o Mozart no existirían Lenny Kravitz ni Love of Lesbian»

TEXTO: CRISTÓBAL MANEIRO

FUGAS

MARCOS MIGUEZ

Tras una temporada de éxitos en teatros como el de la Zarzuela de Madrid, el barítono Borja Quiza regresa estos días a su Galicia natal

24 ago 2018 . Actualizado a las 05:05 h.

Borja Quiza estará en Ortigueira y Ourense con Alma, Corazón y Vida y protagonizará en A Coruña Setaro, constructor de utopías, un espectáculo sobre la llegada de la ópera a esta ciudad, hace ahora 250 años.

-Han pasado doce años ya desde que se presentó en el Festival de Ópera coruñés con el recital que inauguró el ciclo de «As novas voces galegas». Desde entonces, ha cantado aquí los protagonistas de óperas como «El barbero de Sevilla» o «La Flauta Mágica», ha sido invitado a participar en las temporadas de los principales teatros de Madrid, Barcelona o Venecia y ha rodado una película con Carlos Saura... ¿Pensaba en aquel debut que todo esto iría tan rápido?

-Pues realmente, no. La razón por la que decidí dedicarme a esto fue mi pasión por el teatro lírico pero nunca tuve una naturaleza vocal privilegiada. Quiero decir que muchos cantantes descubren que tienen buena voz y entonces deciden dedicarse a cantar, pero en mi caso fue todo lo contrario. Yo descubrí la ópera y entonces me planteé el objetivo de ser un profesional de la lírica, pero sabía que el camino sería largo y difícil… Además alguien te tiene que dejar debutar e ir cantando papeles a medida que vas evolucionando porque un cantante se termina de formar en el escenario. El Festival de Ópera coruñés nos ha ayudado a unos cuantos a construir carreras sólidas desde la base.

-Este fin de semana se le podrá apreciar en otra de sus facetas, ofrecerá en Ortigueira su exitoso espectáculo, «Alma, corazón y vida», un repaso por la música latina. Los puristas creen que un cantante lírico debería centrarse solo en su repertorio. ¿A usted qué le parece?

-Cada uno es libre de opinar lo que quiera del mismo modo que yo soy libre de cantar lo que quiera. De todas maneras yo no estoy inventando nada, grandes cantantes de la historia como Domingo, Kraus y muchos más incluyeron música popular en su repertorio. El problema es que los puristas se contradicen. Aceptan la canción napolitana pero no los boleros. ¿Qué diferencia hay? Hay música de calidad y música mala en todos los géneros.

-En las últimas temporadas ha sido uno de los grandes triunfadores del Teatro de la Zarzuela de Madrid con «La Viejecita», dirigida por Lluís Pasqual, y luego con «Maruxa» en una polémica producción que evocaba al Prestige. ¿Qué próximos retos le aguardan en ese teatro?

-Este año volveré allí para encarnar uno de los roles más emblemáticos de la historia del género. Seré Lamparilla en una nueva producción de El Barberillo de Lavapiés de Alfredo Sanzol, probablemente la persona más premiada en los últimos años en el panorama teatral nacional. Me apetece mucho aunque también es una gran responsabilidad. El público de la Zarzuela es muy exigente y hay que estar a la altura.

-En el Teatro Real acaba de cantar «Carmina Burana», y a más de uno le ha sorprendido que no le invitaran a hacerlo ahora en su ciudad. Lo cierto es que nunca ha participado en la temporada de la Sinfónica de Galicia cuando usted formó parte de su coro. ¿Cree que puede existir algún veto?

-Pues no sé cuál puede ser la razón pero tampoco me lo planteo. Es cierto que la institución siempre ha renegado de mí y nunca me han llamado para cantar nada organizado por ellos, algo que siempre me ha extrañado. Por suerte canto habitualmente en mi ciudad gracias a otros programadores y a producciones propias. También he podido trabajar con la OSG, en la que tengo varios amigos, pero siempre bajo la programación de terceros. En cierto modo me da pena porque yo sí considero mi paso por el Coro de la OSG como algo importante en mi formación. En cualquier caso los gerentes y programadores van y vienen y los artistas permanecemos. Supongo que en algún momento esta situación cambiará.

-A Coruña celebra estos días los primeros 250 años de la creación de su primer teatro de ópera, y muy pronto usted mismo se pondrá en la piel de Nicola Setaro, su fundador, en un concierto conmemorativo de la Programación Lírica. ¿Por qué cree que es importante celebrar esta efeméride?

-Lo que hizo Setaro sentó las bases de la riqueza cultural de esta ciudad. A Coruña ha sido y es un referente internacional en el ámbito de la música. Es algo muy arraigado en la gente. No hay familia coruñesa que no tenga algún miembro que haya estudiado música. Acordémonos que el estreno en España del Don Giovanni de Mozart se hizo en A Coruña Como ejemplo diré que en Praga tienen una estatua enorme del Comendador al lado del teatro para evidenciar que el Don Giovanni se estrenó allí y eso es un punto obligado de visita turística. Es importante recordar los hitos históricos para valorar mejor lo que tenemos hoy. Creo que es importante que los coruñeses conozcan la figura de Setaro.

-Nicola Setaro, el impulsor de la saga que trajo la ópera italiana a Galicia y a España, tuvo que enfrentarse con enormes dificultades para levantar aquí un teatro de la nada. Tal pareciera que casi tres siglos después siguiésemos en las mismas, ¿deberían las instituciones tratar la lírica de otro modo, como en otras comunidades?

-Creo que sí, además, esta ciudad ya ha demostrado su interés por la lírica y también su capacidad para programar de manera eficiente y con calidad. Conociendo los presupuestos que manejan ciudades como Valencia, Sevilla, Oviedo o Bilbao me parece que aquí podríamos hacerlo mejor. Es una ciudad para tener una temporada lírica a lo largo del año y no solo un festival concentrado en un mes.

-A usted que ha rodado una película, «Io, Don Giovanni» y que canta ópera por todo el mundo, ¿qué le parece que se proyecten óperas ahora en las salas cinematográficas, no es una manera de vaciar los teatros?

-Creo que una cosa no sustituye a la otra, pero sí que la complementa. Yo considero que una ópera es el espectáculo más impactante y abrumador que alguien puede ver en un teatro. Tanta gente y tantos elementos artísticos de diferentes disciplinas trabajando en equipo para obtener un resultado único e irrepetible. Esa sensación no se obtiene a través de una pantalla. Además, las voces hay que escucharlas en el teatro. Yo soy de los que opina que la era digital ha modificado, a peor, el criterio de los aficionados, pero desarrollar este tema nos daría para escribir un libro (risas). No cambio una función en vivo por nada.

-Viene un nuevo Xacobeo, y de momento las primeras celebraciones musicales han sido destinadas al pop, con una inversión millonaria. ¿Teme que la música clásica sea la gran olvidada, como ocurre estos días?

-A veces los gestores necesitan etiquetar los géneros de música por sectores de población, como si todo se pudiese acotar con estadísticas. Y la música es música. Buena o mala, pero música. Sin Bach o Mozart no existirían Lenny Kravitz o Love of Lesbian. Es el mismo lenguaje y siguen usando las mismas herramientas armónicas que se inventaron hace 500 años. Yo asistiría sin dudarlo a un concierto de cualquiera de los cuatro músicos que acabo de nombrar. No quiero tener que elegir, quiero tener toda la oferta.