Iván Ferreiro: «Si oyes mis canciones sabes a quien voto»

FUGAS

Wilma Lorenzo

Hoy es la gran referencia musical pop de Galicia. Incluso para las nuevas generaciones que lo han proclamado gurú. A él le divierte pero no le saca de su libro de ruta. Ese que el jueves le lleva de Nigrán a Caldas de mano del PortAmérica

07 jul 2017 . Actualizado a las 08:45 h.

Primero abrió las puertas de su casa. Y después las ventanas de par en par. A Iván Ferreiro le sienta bien esa frescura atlántica. Y el haberse desprendido de ciertos demonios. El disco funciona, los festivales lo reclaman, los músicos no es que le respeten, es que le veneran y no solo ha sido capaz de mantener a su público sino que ha conquistado y de qué manera a las nuevas generaciones.

Eso sí, hace un año podía llegar al recinto del PortAmérica en bicicleta desde su casa en Gondomar. Este año le toca coger la AP-9. «Lo bueno es que tendremos sombra», bromea.

-El PortAmérica cambia Nigrán por Caldas. ¿Te sentirás como en un cierto exilio?

-Me da pena que Nigrán haya perdido el PortAmérica. Sobre todo para los vecinos. En estos cinco años mis hijos, por ejemplo, han visto a grupazos en ese festival y ahora se lo pierden. Pero bueno, yo voy a ir a Caldas y me lo voy a pasar bien igual.

-¿Te sorprende que te estén llamando para tantos festivales?

-Yo me sorprendo cada vez que saco un disco y alguien me hace caso. ¿Los festivales? Hace tiempo que están en mi calendario. Es como un regalo. A mí me gustan, me lo paso bien.

-Como espectador, ¿te interesa el formato de festival?

-Unos más que otros. El PortAmérica lo he disfrutado mucho, es muy cómodo y tiene ese puntazo con la cocina. Me encanta también el Sinsal... El problema de los festivales es cuando son demasiado grandes.

-¿Tienes alguna espinita clavada, alguno del que aún no te hayan llamado y que te apeteciese ir?

-Hombre, me gustaría ir al Coachella, hacer una actuación corta y ver el mayor número de grupos posible.

-No falta quien se esté quejando de que los carteles de muchos festivales españoles parecen clonados.

-Eso ha pasado toda la vida. Antes de los festivales eran las fiestas locales. El año que funcionaban Radio Futura o Los Ronaldos tocaban en todas las ciudades. A los festivales hay que agradecerles el haber conseguido que la gente pague por escuchar música en directo.

-También se habla de la «burbuja» de los festivales y de si la oferta actual es o no sostenible.

-Eso ya no lo sé. Es cierto que hay muchísimos. Pero la burbuja, más que por el hecho de que sean muchos, se puede crear porque algunos crecen demasiado. Hay festivales que están pagando demasiado dinero por la exclusividad de algunos grupos.

-¿Te gusta ese modelo que se está imponiendo de festival familiar?

-Muchos eventos musicales, no solo festivales, se van a pasar al día. Es lo lógico. Todos hemos crecido y hemos tenido hijos. Y mola en vez de ir al parque irte a un concierto con tus hijos. Tocar de día es maravilloso, la energía que se crea es fantástica.

-Te consideras cantante o autor, pero nunca cantautor. ¿Te molesta ese término?

-No me molesta pero es que nunca hago las dos cosas a la vez [se ríe]. No lo utilizo por respeto a ellos. Si Serrat es cantautor, yo, desde luego, no llego a serlo. Yo soy un cantante pop. Es como cuando me dicen que soy un poeta. No, los letristas no somos poetas. Ser poeta es mucho más complicado.

-Sin embargo el Nobel de Literatura de este año ha sido para un letrista.

-Ha sido para uno de los mayores letristas de todos los tiempos. Y no me cabe la menor duda de que las palabras de Dylan le han cambiado la vida a muchas más personas que el más popular de todos los escritores que haya ganado el premio Nobel. El mundo editorial tiene mucho glamur y prestigio, pero está lleno de escritores de pacotilla. Yo, por ejemplo, considero a Santi Balmes más literato que a muchos de los que están en la listas de libros más vendidos. Pero es que los músicos somos los pringados de la sociedad artística, vivimos en la maldita indigencia, nos machacan y ni siquiera estamos protegidos por las leyes.

-En una ocasión dijiste que si el público pudiese elegir no elegiría basura. Visto lo visto, ¿lo mantienes?

-Es que habría que saber que es lo que conoce el público. Lo único que yo sé es que cuando una canción es buena, funciona y perdura. Creo que si hubiera una cultura generalizada y el público tuviese conocimiento de otras músicas la calidad se instauraría, seguro.

-Una de las cuestiones que caracterizó a los cantautores era el compromiso político de sus letras. Ahora también son muchos los grupos indies que lo hacen. ¿Cuál es tu postura al respecto?

-Bueno, tengo alguna canción, como Ciudadano A, que habla abiertamente de eso y otras, como La otra mitad, que lo hacen de forma más velada. En cualquier caso, aunque haga una canción política nunca va a dejar de ser melódica o emocional. Para mí la política es como nos comunicamos los unos con los otros. Y creo que oyendo mis canciones puedes saber bastante bien cómo pienso o incluso mi tendencia de voto. A lo que me niego es a utilizar siglas o nombres propios.

-De lo que sí hablas sin pudor es de lo que casi todos los músicos esconden, de los sentimientos.

-Sí que tengo pudor, lo que pasa es que me protejo. En mis canciones miento mucho. Parece que estoy desnudo pero si te fijas bien llevo un pequeño taparrabos. Escribo canciones, no una autobiografía.

-Las bandas actuales te adoran. ¿Por qué crees que has conectado tanto y tan bien con esta generación de músicos?

-Ha sido una suerte y lo recibo con mucha alegría. Es cierto que tengo una hermandad grande con muchos músicos y bandas. Creo que tiene que ver con los tiempos. La nueva generación tiene una mentalidad muy diferente a la mía. En los 90 los grupos éramos como muy chulos y un poco bocazas. No había conexión entre nosotros. Apenas nos conocíamos y desconfiábamos unos de los otros. La generación de músicos actuales sabe divertirse mucho más que lo que sabíamos nosotros. Y yo, que soy de carácter divertido, pues me sumo rápidamente.

-¿Procuras estar al corriente de lo que se está haciendo?

-Más o menos. Me paso el día en escenarios y estudios y cuando llego a mi casa lo último que quiero es escuchar música. Pero sí que me voy enterando. A veces conozco a los grupos sin conocer sus canciones por referencias de mis amigos. Luego en los festivales me los encuentro y es donde los voy escuchando a todos. No diría que estoy muy puesto pero tampoco estoy desconectado.

-Rescato otra cita tuya: «El indie es el refugio de los pijos»...

-Eso fue hace mucho tiempo. De todas formas sigo considerando que el indie o el pop es una música, como poco, de la gente de clase media. Yo tengo discos llenos de melancolía y esa melancolía, como decía Christina Rosenvinge, es una enfermedad de los que comemos y dormimos calientes. En los barrios suburbiales no se escucha indie, se escucha hip hop. No nos equivoquemos.