Santi Balmes: «Si dejas de desear, empiezas a ser historia»

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«Escribí Jazz con lágrimas en los ojos», confiesa Santi Balmes. La voz de Love of Lesbian habla del deseo en su debut en la poesía. Escribe, canta, improvisa, bromea, medita, recomienda «The Young Pope». Y asegura: «Lo mágico no es perfecto. No creo que las modelos inspiren demasiadas canciones»

05 may 2017 . Actualizado a las 08:39 h.

Entramos en la Bruma de Santi Balmes (25 de noviembre de 1970) y la vista es nítida: un colegio masculino, una patinadora increíble, un Jazz conmovedor, un ojalá, una ratonera, «santibalmes» por un tubo, prosas con tripas y corazón y poemas que han surgido en 20 segundos. «No siempre es cuestión de tiempo... pero el tiempo que te sientas a escribir siempre cuenta», dice. La voz de Love of Lesbian, reconocido como letrista de los grandes, advierte que un poema puede ser una bofetada a dos manos. «Rilke: ‘La verdadera patria es la infancia’. Con esto ya te ha crujido. No hace falta más». Y puedes leerlo en silencio... «Estamos rodeados de mero ruido», afirma el músico feliz en su contradicción. Como es padre de dos hijas, entro matando monstruos por ti. «Mi hija me pide que le haga una pregunta sobre ese cuento, Yo mataré monstruos por ti», tanteo. «¡Cuidado! Pregunta de niño...», dice.

-¿Cómo hicieron el agujero Martina y Anitram para darse la mano?

-Jajaja. Mmm... lo hizo Anitram con sus garras. Dile eso.

-¿Esto no está en el cuento, no?

-¡Noooo! He tenido que ir sobre la marcha. Iba a decir que hicieron un butrón pero iba a sonar muy Ocean’s Eleven.

-En gira con «Canción de Bruma», su debut en la poesía, y a la vez un combinado de géneros. ¿Cómo nació?

-De una manera curiosa, de un trasplante de macetas. Estaba escribiendo una novela, que saldrá en invierno [El hambre invisible], y había incluido unos poemas ahí dentro. Y me di cuenta de que incluyéndolos ni hacía un favor a los poemas ni un favor a la novela. Con todo el dolor de mi corazón, decidí extirparlos y ponerlos en un libro nuevo. Eran poemas que ejercían como un disparador veloz para poder tener un libro espontáneo y muy fresco, como del último momento.

-Ese big bang creativo duró...

-Dos meses. Estaba en una actividad frenética con la novela y fue subirme a un tren en marcha. La actividad mental genera actividad mental.

-¿Hay fronteras? ¿Señales que digan «hasta aquí la música», «zona narrativa», «territorio del cuento», «principio de poesía»? «Canción de Bruma» tiene algo con discos como «El poeta Halley». ¿Hay canales entre unas cosas y otras?

-Ahora que dices canales... imagino que estoy diseñando una especie de Venecia interior. Hay un río, una corriente de agua, que busca lo que necesita en cada momento. El cauce va cambiando. La canalización del agua puede ser una curva como un poema o una recta como un canal de Ámsterdam. Pero el agua es la misma. Y fluye por donde le da la gana. A veces de dos frases puede surgir una novela. Mi labor es aguzar el instinto, observar como el águila... que ve a su presa correr y decide cómo atacarla.

-¿Dónde está la chispa?

-Es una llama. Un hambre. Un afán.

-¿El «hambre invisible» es insaciable?

-Sí. Yo he querido hablar de eso, de la insatisfacción, de la necesidad. Del deseo.

-Y del deseo de tener un deseo...

-Obviamente.

-¿Qué le pasa al deseo, cómo es, que quiere algo hasta que lo tiene?

-Hay deseos muy prosaicos, o muy carnales, que una vez saciados te producen un vacío terrible. Es necesario trabajar varios niveles de deseo. Algunos trascendentes, algunos sencillos, otros carnales. Pero siempre cultivar el deseo. En el momento en que dejas de desear, aunque no hayas fallecido, empiezas a ser historia.

-«Lo mágico no es perfecto», dice en «Canción de Bruma». Es oportuno recordarlo hoy que manda lo virtual, lo instagrámico. ¿Nos hemos vuelto...?

-Estéticos. Esta es una época estética y cosmética. Y nos lleva a un punto peligroso, el de confundir esa belleza de la portada de Woman con la magia de una persona normal, que te puede llegar a atraer por motivos insospechados. El acento de la belleza de unos ojos puede estar en una desviación estrábica. Una bizquera puede convertir a una persona en atrayente. No creo que las modelos generen demasiadas canciones...

-Pero la belleza de canon suele gustarnos, ¿no?

-Te gusta como relajación, pero hay algo más conmovedor, que es la contradicción. Ahí está la gracia del asunto.

-«Ojalá» es una de las palabras más bonitas, opina. ¿Qué otras le gustan?

-Esperanza... y manzana.

-¿La palabra o la fruta?

-Las dos... Igual con el componente pecaminoso de la manzana... no sé.

-¿Ir un colegio de curas le ha marcado mucho?

-Bueno... Eran unos curas muy light. Lo que me marcó fue la ausencia de lo femenino en esos años. Si no estudias con chicas, cuando ves a una patinadora se produce un movimiento tectónico en tus emociones. Recuerdo con mucho cariño cuando estábamos los de octavo viendo desde un ventanal unas escaleras por donde subían ellas. Nosotros éramos como unos presos. Las veíamos a ellas como otro mundo. Nos poníamos debajo, en perpendicular, para ver toda la carne que podíamos ver. El octavo era el escalón crucial de la escalera... Y el «venga, voy a tirar el bolígrafo debajo de la mesa porque resulta que mi tutora está terriblemente buena». Los curas la mandaron directamente a parvulitos porque producía espasmos en nosotros.

-¿Morriña de la adolescencia?

-Ese momento del despertar sexual... caray... pues un poco sí se echa de menos.

-¿La privación inspira?

-La carencia genera una especie de globo de deseo que no puede ser satisfecho de ninguna manera. La adolescencia es una época dura, en la que estás feo y las extremidades se te alargan y en el espejo ves a un monstruo... pero a la vez conservas algo de la ingenuidad de niño, que es un romántico empedernido y piensa en las chicas de una manera naíf... pero sucia a la vez.

-«Cuando me leas yo estaré en otro lado», dice. ¿Dónde?

-Ahora en Madrid. No puedo estar quieto, siempre siento que me tengo que largar a otro sitio... Es por esa insatisfacción continua. Estoy en muchos lados a la vez.

-¿Cómo le ha cambiado ser padre?

-Descubrí el miedo... el real. Pero lo mejor que he hecho en mi vida, artísticamente hablando, ha sido después de tener a mis hijas. He dejado de ver el feminismo como algo ajeno y empezado a ver la contienda desde su campo.

-A los 20 estaba todo por venir. ¿A los 40... qué pasa, ya pasó?

-Es una época ambigua, hay como un abandono del ego, una dulce resignación sobre cosas que ya sabes que no vas a hacer. Dejas de pensar que eres el puto centro del mundo y es algo maravilloso.

-Si viajase a una canción, ¿adónde iría?

-A Incapacidad moral transitoria, para pasarlo bien en un aspecto más carnal, que también está bien, ¡coño!

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«Canción de Bruma »

Principal de los Libros

El yo más íntimo de Balmes suena en este concierto en papel que toca poesía y prosa, y hace memoria a través de la música y el sentido del humor

Prólogo de Ferran Pontón

Ilustraciones de Sr. García