Carlos Vives: «El reguetón se alimenta más de mí que yo de él»

FUGAS

cedida

El colombiano llevaba tiempo lejos de la primera división comercial, hasta que se alió con Shakira y conquistó el número uno. En abril aterriza en Galicia de nuevo

24 mar 2017 . Actualizado a las 09:39 h.

En cuanto se le menciona A Coruña, a Carlos Vives le viene un recuerdo. «Cuando estuvimos tocando ahí estaba el Super Dépor en pleno auge, aquel equipo era muy bueno», dice. Corría el año 2000 y aquel artista que mezclaba músicas indígenas con pop arrasaba en las listas. Años después, desapareció hasta que una canción, La bicicleta, interpretada con Shakira, lo ha vuelto a poner en el número uno. El próximo 1 de abril estará en el Coliseo de A Coruña (entradas desde 39 euros).

-Parte de su música se basa en el folclore colombiano. ¿Se siente orgullo de haberlo globalizado?

-Muy orgulloso. En aquellos primeros años en los que trabajaba con el sonido vallenato yo tenía una conciencia muy clara de que no era un folclorista, de que formaba parte de la industria y que entre el folclore y la industria hay una gran diferencia, de alma y de todo. Para uno, que estaba de actor en la televisión, el camino eran las baladas. Las aspiraciones que tenía la industria para un artistas como yo era acercarme a Julio Iglesias. Cuando decidí grabar estos vallenatos nadie daba un peso por mi disco. Me desahuciaban totalmente.

-Pues en España, al escuchar esa flauta dulce tan característica, pensamos en usted.

-Sí, eso fue un rescate de la época de mi infancia. Soy de Santa Marta, en el Caribe. Me fui a vivir a Bogotá muy pequeño. Siempre tenía en la mente esos acordeones y la flauta dulce. Me conectaban con mis papás, con ese mundo perdido. Tenía nostalgia de esos sonidos. Más que pensar si iba a vender discos, pensaba en recuperar mi identidad costera y caribeña. No veía el irme a ninguna parte. Aquí siempre tuvimos ese complejo, que nos quedó de nuestra fundación, de que triunfa el que se va y el que se queda es un pobre pendejo. Yo con esa música lo que quería era quedarme en la tierra. Cuando me decían que no iba a ser un artista internacional, estaba feliz. Al final, ser de aquí es lo que me ha sacado de aquí.

-En su último disco llegó al reguetón. ¿Cómo acabó ahí?

-Sí, pero más que alimentarme yo del reguetón es el reguetón el que se ha alimentado de lo nuestro. Igual que el dancehall, tiene patrones que no son tan nuevos, vienen de otros antiguos. Cuando tú buscas el origen del reguetón llegas a Panamá. Aunque Puerto Rico haya sido el centro de su lanzamiento, viene de las costas panameñas. Ahí estaban todos esos patrones de origen africano e indígena. Curiosamente, el hecho de que nosotros hayamos tomado el camino de la cumbia y los vallenatos ha generado que conectemos bien. Es decir, yo escribo mis vallenatos, mis cumbias y mis corros y no estoy pensando en que voy a hacer un reguetón. No, lo que ocurre es que puedo vestirlos con muchos de esos ritmos de hip-hop, del reguetón o de dancehall.

-¿Todo eso cuajó en «La bicicleta»?

-Cuando yo hice La bicicleta se llamaba Un vallenato desperado [se pone a cantar la canción]. Si yo no visto esta canción de nada, dirías: «Carlos Vives sigue haciendo sus vallenatos». Pero si yo me doy cuenta de que lo puedo vestir de reguetón, de pronto casa perfectamente. La canción original tenía ese tamborcito nuestro que, posiblemente, venga del norte de África. Se lo mandé a Shakira. Ella lo vio claro.

-Hicieron diana. Hoy es tan popular como «La gota fría». ¿Lo intuían?

-No, no pensamos en el hit, porque no sé exactamente lo que es. El hit lo logró mi compañía mostrándoselo a Shakira. Ella llega a sitios a los que nosotros no llegamos. A lo mejor, si solo hubiera cantando Carlos Vives la misma canción, no hubiera llegado tan lejos. Y eso que es una canción que habla mucho de mí.

-¿En qué sentido?

- Vivo en una bicicleta. Fui de los primeros corredores de ciclocross de mi país, cuando tenía 15 años. Tengo esa filosofía de vida. Lo que digo ahí es verdad. Trato de hacer canciones con las que la gente se identifique, que no pierda con ellas mi identidad y en las que valore a mis ancestros. Para mí eso es más importante que hacer un hit. Incluso durante los ocho años que me quedé sin trabajo y sin disquera lo seguía haciendo.

-¿Cómo se quedó cuando lo acusaron de haber plagiado oto tema?

-Sorprendido. Cuando uno vive de su creatividad que digan que La bicicleta es un plagio es un insulto. Fue muy triste, porque es una mentira. Ahora hay que meterse a buscar abogados e iniciar un proceso judicial. No entiendo cuál es la motivación para que una persona haga esto. No hay que ser el profesor Villalobos para oír las dos y darse cuenta de que es una locura.

-¿Sabe que encanta a los niños?

-Siempre he tenido esa conexión con los niños. En los ochenta trabajé durante cuatro años en un programa infantil y he tenido una relación muy fuerte. Además, tengo cuatro hijos. Cuando saqué Volví a nacer todos los mensajes que recibí eran de niños. Con La bicicleta, igual. Cuando fue La fruta fresca ocurrió también. Hago conciertos y los niños quieren ir. El año pasado hice una gira en mi país que se llamaba Carlos Vives solo para niños. Es algo increíble.