«La familia patchwork triunfa en Alemania»

Ana Montes

FUGAS

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«Toni Erdmann» es el filme más premiado del 2016, una mezcla de comedia y drama en el que Maren Ade hace pasar al concepto clásico de familia por un ojo de aguja muy sutil

27 ene 2017 . Actualizado a las 05:55 h.

Con tan solo tres películas en su currículo, Maren Ade ha cantado bingo y Toni Erdmann es la elegida para representar a Alemania como mejor película extranjera en los Oscar de 2017, después de recoger cinco premios EFA del cine europeo en el 2016, el gran premio Fipresci en Cannes y ser nominada con el Globo de Oro. Este largometraje de original enfoque movió a la directora a hablar una vez más de la familia y la relación entre un padre y su hija usando el gancho del humor, tras el que el progenitor se refugia con un papel ficticio para recuperarla cuando todo parecía perdido.

-¿Cómo se fraguó la idea que ha dado cuerpo al filme?

-Surgió por el tema de la familia, algo muy complicado, ya que nunca podemos cambiar de dónde procedemos. En las familias hay cosas que no se dicen y es difícil escapar al papel que te asignan. Y esto es lo que quería plasmar en la pantalla logrando que dos miembros de la familia hicieran algo increíble. Elegí contarlo con un padre bufón, bromista, para expresar todos estos sentimientos retenidos, incluido el amor, y también quise que padre e hija partieran de cero, como si no se conocieran. Por eso creé todas esas situaciones absurdas que lo forzaron.

-Usted ha convertido un drama en una comedia extravagante. ¿Cómo ha logrado esta fusión?

-Al principio quería hacer una película de doble género, pero más comedia que drama, ya que creo que ambos géneros siempre van de la mano aunque antes hay que decidir el enfoque. Sin embargo, durante el rodaje la película se fue impregnando de más tristeza y emoción porque el distanciamiento que había entre padre e hija era algo muy, muy triste, por lo que dejó de ir importando la parte más cómica. Pero durante el montaje, el guion original volvió a resurgir y logramos que fuera tanto una comedia, que consigue el padre por desesperación al no lograr tener contacto con su hija, como también por ello una historia dramática.

-¿No se asustó que quizás este metraje tan largo disuadiera al espectador de ir a verla?

-Yo no tengo límite cuando ruedo. A mí me gustan las películas largas. Pero también otros directores las han hecho largas como ese el caso de las últimas de Tarantino. Así que esto en el cine ya no es un problema. Solo hay que tener en cuenta si con este metraje la película funciona o no. Pero si la emoción va aumentando, es necesario mantener la duración.

-«Toni Erdmann» también es la historia de un hombre estridente. ¿Es necesario un personaje tan poco habitual en nuestra existencia para salirnos de los cánones de esta vida tan estructurada y organizada?

-Sí, está el personaje Toni Erdmann que el padre inventa pero lo que le toca a la hija es que es «su padre» quien está haciendo este papel, no un actor.

-¿Cómo es el cambio generacional que se está produciendo en Alemania? ¿Se mantiene el valor de la familia o es algo que se está perdiendo?

-Todo depende de cada individuo y de cada familia. Algunos dicen que hay una regresión y que la gente quiere que cada uno de los sexos estén bien definidos entre ellos, sin ambigüedades. Pero en Alemania tengo la sensación de que la familia nunca se ha mostrado tan clara. En mi generación se ejercía un patriarcado y ahora funciona más la familia patchwork, donde cada miembro importa sin que haya un solo camino marcado.

-Usted pone en boca de su protagonista masculino que no hay que perder nunca el humor.

-Bueno, no se puede generalizar ni aplicar el humor a todas las situaciones ya que hay en algunas no nos podemos permitir el lujo de sacar el humor como cuando se aborda la pobreza, tal y como sucede en la película, algo que no tiene ninguna gracia.

-¿Realmente la protagonista es tan infeliz o se lo provoca trabajar en un entorno fuertemente masculino?

-Tanto ella como su padre se sienten infelices aunque ella conscientemente no lo es. Para escribir el personaje de la mujer, me documenté mucho, hablé con muchas mujeres que trabajan en sectores y entornos laborales similares tan masculinizados como los de la película y saber cómo se sentían. Mientras algunas me dijeron que lo vivían muy bien, otras no. La protagonista no hace nada que no quiera hacer porque es muy buena en su trabajo, por eso a lo largo de la historia se da cuenta de que lo que está haciendo su padre por ella es muy valiente. Así que termina planteándose si ella también lo es y eso la obliga a cambiar.

-Un matiz importante que aborda es la búsqueda del sentido de la vida para lograr la felicidad a través de las pequeñas cosas.

-Sí, por eso ambienté la película en Rumanía llevando allí a ciudadanos alemanes expatriados para mostrar ese contraste entre países ricos y pobres y nuestra lamentable prepotencia sobre ellos. Esta generación actual coincide con la anterior de los años 40-50, de la posguerra, que creía en un mundo sin barreras y pretendía que todo lo pasado no volviera a suceder. Pero ambos creen de forma diferente. Por eso el padre, muy naif, que ha inculcado a su hija todo esto, no ha podido evitar que ella terminara cultivando un sentimiento nihilista haciéndose consultora lo que la impide estar ni aquí ni allí.

-¿Cómo evalúa en papel de Alemania en la crisis de los refugiados?

-Europa debería de ser extremadamente responsable con esto. Cuando Angela Merkel tomó la decisión de acogerles me sentí muy orgullosa de ser alemana, pero resolvimos el problema de forma incorrecta y además me temo que las noticias no reflejan la situación actual. Sin embargo, para mí Europa es muy importante. Sería una catástrofe si la Unión Europea dejara de existir y como artista es el espacio en el que puedo pensar, expresarme y desde el que creo que se defiende el arte. Tuve la oportunidad de hablar en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, al recoger el premio LUX 2016, y en esa enorme sala en la que pude pasar un día entero entendí lo difícil que es organizar a tantos países, porque somos un pequeño planeta. Pero da igual lo complicado que sea; es importante y hay que mantenerlo. Por la unidad económica.

Durante el rodaje, el drama le fue ganando a la comedia

«Toni Erdmann» es una comedia agridulce, en la que un padre crea un personaje ficticio para que su hija, que trabaja en una multinacional en Rumanía, cambie su forma de ver la vida. Maren Ade no fuerza un clásico final «made in Hollywood» ni una caída absoluta en brazos del pesimismo. La directora recuerda que no se puede aplicar el humor a todas las situaciones, «pues cuando ya estás rodando a veces te das cuenta de que algunas cosas no tienen ninguna gracia».