«Me costaría seguir la historia de una familia feliz»

BEATRIZ PÉREZ

FUGAS

cedida

Es uno de los nombres propios del «noir» español, junto a Carlos Zanón o la gallega Nieves Abarca. Los tres participaron ayer en una charla en A Coruña, bajo el título «Black is back»

02 dic 2016 . Actualizado a las 05:10 h.

Cuenta con una pequeña legión de lectores de culto, gracias a su trilogía del inspector Héctor Salgado y a su último título, Los ángeles de hielo (Ed. Me gusta leer).Toni Hill se ha consolidado como uno de los principales representantes españoles del llamado género negro.

-¿Pero ha pasado la gran fiebre por el «noir», como apuntan algunos, o sigue en lo alto de la ola?

-El fenómeno Stieg Larsson hizo que la gente empezara a consumir mucha novela negra. Al principio solo nórdica, aunque luego fueron saliendo autores franceses, italianos… Algunos ya estaban consagrados, como Andrea Camilleri. La negra se puso de moda con Larsson, sí, pero esto ya pasó. Lo que ahora queda es un grupo de lectores muy fieles, que son los que van a los festivales, compran las novelas, hacen las reseñas... Pero no creo que los editores te digan que las ventas de la novela negra son para tirar cohetes. Tras el bum de la novela negra, llegó el de la erótica con 50 sombras de Grey. Y no ha habido otro auge posterior.

-¿Y por qué el «noir» tiene lectores tan fieles?

-Porque tiene unos elementos que el lector siempre reconoce: un crimen, un investigador, un delito o una situación extraña. La novela negra posee un esquema previsible, aunque luego el contenido -y esta es su gracia- es completamente imprevisible. Cada autor lleva los elementos a su terreno y logra sorprender. Es como ir a un restaurante que ya has visitado muchas veces y pruebas un plato nuevo. Te fías del cocinero, sabes que cocina bien. El entorno te resulta agradable porque ya lo conoces.

-Dentro del género negro, hay mucha diversidad...

-Sí, tiene diferentes subgéneros. Por ejemplo, la novela policíaca, ciertas novelas de crítica social, el negro gótico -similar al estilo de Edgar Allan Poe-… Este último, en el que me muevo yo, trabaja con la idea de que el ser humano puede ser muy perverso e intenta explicar por qué y qué actos puede llegar a cometer.

-El «political noir», que también está dentro de la novela negra, habla de la corrupción política. ¿Su vigencia atrae al lector?

-Cualquier autor que quiera hacer hoy en día una novela realista estaría constantemente bordeando el género negro. La trama de Crematorio de Rafael Chirbes -Crematorio no es una novela negra, que conste- tiene elementos del noir: corrupción, envidias, ambición… El negro es muy permeable.

-¿El género negro es más un «cómo» que un «qué»?

-Para mí sí: el negro es más que nada una manera de contar. Yo, lamentablemente, tengo una mirada poco optimista sobre el mundo. Me costaría seguir una historia sobre una familia feliz, por ejemplo. Las historias de mis novelas tienden a tener un punto oscuro, sea mayor o menor. Hay mucha violencia latente en la sociedad. Hay mucha gente que no comete actos violentos no porque no quiera, sino porque no se atreve. O solo se atreve a cometerlos contra quien está por debajo. Existe una violencia entre niños, entre las parejas, hacia los animales. Y desde el poder hacia los ciudadanos, aunque sea una violencia pasiva. Yo no puedo evitar ver todo eso.

-Ahora que están de moda, ¿se hará una serie de televisión con la trilogía del inspector Salgado?

-Estuvimos a punto de hacerla sobre el primer libro. Luego el proyecto se paró, aunque parece que vuelve a existir un interés. Pero es muy leve aún.

-¿Tiene usted rasgos de Héctor Salgado?

-Supongo que sí. Por ejemplo, a ambos nos une la afición al cine clásico. Nos parecemos en el carácter: ambos somos muy tranquilos hasta que estallamos. Pero Leire, la coprotagonista de la trilogía, también tiene rasgos de mí. Y el protagonista de Los ángeles de hielo tiene otro lado más sensible, una visión del mundo más idealizada, que yo recuerdo en mí mismo cuando era joven.

-«Los ángeles de hielo», publicada en marzo, fue su primera novela tras la trilogía del inspector Salgado. Es una intriga psicológica ambientada en la Barcelona de principios del XX. ¿Cómo nació?

-Nació por oposición. Yo acaba de terminar tres libros de Salgado y quería hacer algo claramente distinto, sin policías. Así que lo primero que pensé fue en cambiar de época. Esos años que van de 1900 a 1936 me gustan mucho porque pasaban muchas cosas, eran en parte glamurosos y en parte terribles. Tenían un contraste muy marcado: por un lado la burguesía y por el otro los movimientos obreros. Como en la trilogía de Salgado el protagonista era un policía, en esta ocasión opté por un investigador no profesional, que se moviera un poco como me movería yo: improvisando. Por eso elegí a un psiquiatra, al que llamé Frederic Mayol. En la novela está presente el psicoanálisis de principios del siglo XX.

-¿Podría explicar el título?

-El sanatorio mental, en Sant Pol de Mar (Barcelona), donde va a trabajar Frederic Mayol, había sido años atrás un internado para señoritas de buena familia llamado El colegio de los ángeles porque en la fachada había unos ángeles de piedra. Toda la novela trata de la represión emocional y sexual, y gira en torno a la idea del ángel que no tiene sexo y que no se puede relacionar porque es de hielo. Le puse el título nada más empezar y así se quedó.

-Teniendo en cuenta la cantidad de novelas negras ambientadas en Barcelona, ¿tiene esta ciudad una faceta «noir»?

-Sí, como cualquier ciudad grande. Aunque es cierto que Barcelona tiene elementos evidentes. Por ejemplo, tiene puerto, barrios como el Raval, que son el escenario perfecto para una novela negra. Y luego también es fácil establecer un contraste, pues posee edificios muy bonitos y tiene un tiempo magnífico… Parece que esconda una realidad distinta. Puedes escribir una novela poniendo a parir Barcelona, que quien la lea llegará igualmente a la conclusión de que Barcelona es muy bonita. No hay manera de quitarle esta idea a la gente de la cabeza.