«Escribo sobre quiénes somos, qué pensamos y qué hacemos»

FUGAS

BENITO ORDOÑEZ

Su última obra, «Me llamo Lucy Barton», es una profunda y lúcida reflexión sobre la condición humana, la soledad y las relaciones familiares. Elizabeth Strout tiene un Pullitzer

16 sep 2016 . Actualizado a las 05:35 h.

Lucy es una mujer que tuvo una infancia marcada por la pobreza, el aislamiento y la soledad y que después triunfa como escritora. Ya consagrada, rememora su convalecencia, durante nueve semanas, de una operación de apendicitis que se ha complicado en un hospital del centro de Manhattan. Su madre, a la que no ve desde hace muchos años, la visita y pasa cinco días y cinco noches al pie de su cama. Ambas conversan de cosas aparentemente triviales. Bajo una aparente sencillez, Elizabeth Strout (Portland, Maine, 1956) construye una perturbadora novela, Me llamo Lucy Barton, en la que huye de los sentimentalismos («no me interesa el melodrama», asegura), y en la que los silencios, lo no dicho, son tan importantes como lo que cuenta.

-¿Cómo surgió esta novela?

-Yo también me lo he preguntado. Siempre suelo empezar escribiendo pequeños esbozos que me vienen a la cabeza. La escena de la madre y la hija en la habitación del hospital fue lo primero que visualicé. Siempre la dejaba de lado y escribía otras cosas, pero me di cuenta de que la voz de Lucy era muy especial y tenía que escucharla.

-Su método consiste en anotar escenas e ideas que luego utiliza o descarta.

-Escribía en una libreta desde que era una niña. Mi madre me daba cuadernos para que escribiera lo que había hecho en el día. Pero ahora voy escribiendo en papeles sueltos, que despliego en una mesa gigante que tengo en mi despacho, los voy moviendo y espero a ver cuáles son los que me hablan.

-¿Qué tiene de autobiográfica esta novela?

-En toda ficción siempre hay algo de autobiográfico. Yo crecí también en un ambiente rural y de niña me di cuenta de que siempre hay una familia que es tan pobre y tan extraña que están condenada al ostracismo por la comunidad. Mis padres no eran como los de Lucy. Mi padre era profesor en la universidad, mi madre era maestra. Me di cuenta de que Lucy tenía que ser escritora, lo que era muy arriesgado porque podía resultar aburrido, pero lo hice para que no se sintiera tan sola. Por eso escribo yo, y por eso Lucy tiene algo de mí.

-También tienen otras cosas en común. Lucy no tenía televisión ni entraban periódicos en su casa. Su caso fue similar, tengo entendido que solo vio dos películas hasta los 18 años.

-Es cierto, solo vi 101 dálmatas y El milagro de Ana Sullivan. No teníamos televisión porque mis padres creían en la educación, pero no en la televisión. Ese aislamiento es algo que podía utilizar. Ahora tampoco la veo mucho.

-¿Cómo definiría a Lucy?

-Lucy es muy abierta de corazón. Proviene de un sitio muy difícil, pero no se ha corrompido.

-¿Qué papel juega en la novela Sarah Payne, una escritora que aconseja a Lucy ?

?La primera vez que apareció en mis notas ni siquiera tenía claro que iba a ser escritora. Poco a poco me fui dando cuenta de que Sarah y Lucy se yuxtaponían. Al principio Lucy tiene a Sarah en muy alta estima y no es que la pierda, pero ella crece y se convierte en alguien más grande, porque se hace cargo de su vida. Cuando se conocen, Sarah no es capaz ni de decir su nombre. En ese momento me di cuenta de que el libro se tenía que titular Me llamo Lucy Barton.

-En la novela le preguntan a Sarah Payne en qué consiste su trabajo como escritora de ficción y responde que en dar a conocer la condición humana, en contarnos quiénes somos, qué pensamos y qué hacemos. ¿Piensa igual?

-Sí. En ese sentido, soy parecida a Sarah y a Lucy, siento que mi trabajo tiene que ver con que la gente se sienta menos aislada, que piense que su experiencia puede ser compartida, que no están solos. También describir de forma honesta quiénes somos, qué hacemos y qué pensamos.

-¿Podría decirse que la novela es una reflexión sobre el amor y la soledad?

-Sí. Es eso, un estudio sobre el amor y la soledad y muchas cosas más. Como dice Sarah a Lucy todos amamos de forma imperfecta, porque somos humanos. También trata sobre las clases, el estatus social, en Estados Unidos.

-Bajo su aparente sencillez, su visión sobre las relaciones familiares y la condición humana es demoledora.

-Tiene mucha razón, la voz es engañosamente sencilla, lo que no quiere decir que intente engañar. Escribir este libro fue una experiencia muy extraña, porque comprendí que la voz me traería a Lucy y podría sentir todo ese estremecimiento que hay por debajo de ella. No sabía si el lector lo podría sentir o no. Yo intenté ser totalmente fiel a esa voz y a quién es ella.

-Sarah Payne dice que un escritor solo tiene una historia que va repitiendo. ¿Usted tiene una sola historia¿

-Digamos que no estoy en desacuerdo, pero tampoco completamente de acuerdo. No creo que yo tenga una sola historia. Mis libros están conectados en el sentido de que vienen de mí, pero creo que son diferentes historias.

-Pero, por ejemplo, la relación madre-hija está presente en varios de sus libros.

-Es cierto, tiene razón. Creo que la gente podría decir que esa es mi historia, pero Los hermanos Burgess son hermanos y Abide with me es sobre un pastor. No diría que solo escribo sobre eso.

-Tuvo muchos problemas para publicar su primer libro. ¿Cómo fue ese período?

-Fue un período largo y muy desalentador porque solo me publicaban algún cuento aquí y allá. Pero no podía parar de escribir. Algunas veces pensé que resultaba patética y tenía que hacer otras cosas. Pero al cabo de dos días se me ocurrían formas diferentes de intentarlo. Siempre volvía. Publiqué mi primer libro con 43 años. Cuando me lo publicaron la gente decía que era un éxito de la noche a la mañana. De eso nada. Una noche más bien de 35 años, porque empecé a escribir con cinco años.

-¿Cree que la literatura escrita por mujeres es diferente a la de los hombres?

-Creo que sí, son diferentes. Pero no me preocupa demasiado. Por ejemplo, Alice Munro es una gran escritora que escribe con mucha fuerza y Wallace Stegner se puede mover a un área casi femenina. Si eres bueno puedes unir los dos mundos en cierto modo. Pero los hombres y las mujeres son muy diferentes y sus estilos también.

-¿Cree que un hombre podría haber escrito «Mi nombre es Lucy Barton»?

-No. Pero no se lo diga a nadie.

-Estudió Derecho. ¿Llegó a ejercer como abogado?

-Trabajé seis meses. Se me daba fatal, fui una abogada pésima. Trabajé como abogada porque no tenía suerte con mi literatura, no me iba nada bien. Tenía conciencia social y pensé haré cosas buenas para la sociedad y luego escribiré sobre ello.

-En su novela solo hay una referencia política. ¿En sus otros libros las hay?

-Sí, Los hermanos Burgess es bastante político y Olive Kitteridge también en cierto modo. Siempre me han interesado las clases sociales, algo que la gente no suele mencionar. Por eso hice que Lucy cambiara de clase, me pareció muy interesante.

-En su novela pone el foco en la pobreza que afecta a la familia de Lucy y que la margina socialmente.

-Exactamente, los pobres son marginados en Estados Unidos y es algo de lo que no se habla. Si eres muy pobre estás fuera, no existes.

-Se habla mucho de la discriminación de los negros, pero mucho menos de la marginación de los pobres.

-Tiene toda la razón. Es así, si eres pobre no cuentas.

-¿A quién va a votar?

-¡Oh Dios, a Hillary!

-¿Cree que le perjudicará su estado de salud?

-Trump lo intentará, haría cualquier cosa, pero espero que no. Creo que mi país es mejor que un país que vota a Donald Trump. Tengo que creerlo.