«Ya he pagado por mis pecados»

María Estévez

FUGAS

ETTORE FERRARI

El actor regresa a la pantalla grande con «Blood Father» tras una década fuera de la industria

09 sep 2016 . Actualizado a las 05:40 h.

Mel Gibson (Nueva York, 1956), que aspira a conseguir el perdón de Hollywood y redimirse así de sus pecados hacia la industria, considera su supervivencia como el mayor logro de su carrera. Así lo aseguró durante la Mostra de Venecia, donde presentó su nueva película como director, Hacksaw Ridge, y también lo dijo en Cannes durante la promoción de Blood Father, la cinta que este viernes estrena en España. Tras una década fuera de la industria por sus escándalos, el regreso de Gibson, como actor y como director, demuestra su capacidad para redimirse con talento y tesón. En Blood Father se convierte en un criminal intentando ayudar a su hija adolescente y vuelve a subirse a una moto, a pelear y a recordar a los espectadores por qué fue un grande de Hollywood con películas como Gallipolli, Mad Max o Braveheart.

-¿Qué ha perdido en estos años apartado de Hollywood?

-Supongo que cuando era joven, era mejor intérprete de acción. Sin embargo, con el tiempo, he ganado en experiencia y, como actor, soy más fácil de dirigir.

-¿Ha alcanzado la madurez a los sesenta años?

-He aprendido a relajarme. Con la edad uno se aburre, tiende a relajarse, supongo que la distensión llega con el territorio de la vejez, aunque espero ser mejor intérprete. En esta profesión uno da dos pasos adelante y uno hacia atrás, pero yo di dos hacia atrás. Lo que me ocurrió no fue bueno, he pagado mis pecados y, por una razón u otra, ahora estoy aquí hablando con vosotros. Ese es el camino que a mí me ha tocado vivir.

-¿Por qué decidió interpretar «Blood Father»?

-Me gustó el personaje, la ligereza de la trama. Protagonizo a un individuo que ha pecado en el pasado, un criminal, un motorista, alguien que no ha dudado en matar, que ha estado en prisión por vender drogas y que, además, es un mal padre. Pero tiene una oportunidad de redimirse y decide cambiar.

-Vuelve a interpretar un personaje de acción...

-La diferencia entre mi papel en Blood Father y las películas de superhéroes es que el hombre que yo interpreto es real, con problemas reales, no es ficción ni tiene capa ni ha salido de un cómic.

-¿Por qué cree que existe esa obsesión con los superhéroes de cómic?

-Ni idea. No quiero criticar el trabajo de nadie, pero he visto algunas de las películas de superhéroes y, la verdad, es lo mismo una y otra vez. Antes de que la industria cambiara se contaban historias humanas, sobre la gente, se podía invertir el dinero en argumentos sobre el ser humano.

-¿Le cuesta encontrar buenas historias que contar?

-Se escriben guiones brillantes pero muy pocos se ruedan. En Hollywood se hacen cada vez menos películas y lo que hacen carece de sustancia. Hay demasiados personajes volando para golpearse unos a otros. A mí me parece bien, porque hay una audiencia que responde a ese tipo de filmes. Sin embargo, hay miles de historias maravillosas que nunca terminan de ver la luz porque no son rentables.

-¿Es cierto que el director cambió el final de «Blood Father» una hora antes de rodarlo?

-Sí, pero no recuerdo cómo era anteriormente. Sé que el rodaje se alargó tres días para grabar un final diferente.

-¿Le pareció un reto interpretar un personaje como este?

-No fue especialmente complicado, es un tipo de individuo, un arquetipo. Estos hombres en moto y con tatuajes no se parecen a mí. Nunca he ido a prisión, aunque sí he sido arrestado. Bueno, pasé una noche en la celda, puede calificarse como prisión light (bromea). Para mí es más fácil ser padre, representar ese aspecto de su personalidad.

-Su personaje es un mal padre...

-No, al final se sacrifica por su hija y termina siendo un gran padre. Entiende la responsabilidad y lo que ella necesita de él.