Un Fígaro de Ortigueira

Cristóbal Maneiro

FUGAS

PACO RODRÍGUEZ

La popular obra de Rossini llega el próximo sábado 17 a A Coruña en una propuesta con el barítono Borja Quiza, el tenor Barry Banks , la mezzo Carol García y Marcello Panni al frente de la Sinfónica

09 sep 2016 . Actualizado a las 05:20 h.

Este año el mundo entero conmemora el estreno de una de las óperas más queridas por el público, El Barbero de Sevilla, para muchos la obra maestra de Gioacchino Rossini. Doscientos años después de su primera representación en el Teatro Argentina de Roma, diríase que el Barbero mantiene intacto todo su atractivo por la exquisitez de su música, capaz de seducir al oído más refinado como al de quien se acerca por primera vez al género, y por su aparente comicidad que, en el fondo, muestra en clave humorística el eterno enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo. Beaumarchais, el autor de la obra original que triunfó en Francia, y en la que el libretista Cesare Sterbini se inspiraría para proporcionar a Rossini su Barbero, había reflejado en su comedia las tensiones entre las costumbres del Viejo Régimen y una nueva sociedad que pretendía basar en las oportunidades que otorga el talento, y no en los caducos privilegios heredados de clase, la clave para el ascenso social.

Algo de esto, con su matices, se encuentra en la ópera que finalmente concibió Rossini, inicialmente más preocupado por el éxito de una música que lo encumbraría como el más importante compositor europeo de su tiempo que por el mensaje social.

Aunque El barbero de Sevilla no posee ese regusto amargo que en algunos momentos destilan Las bodas de Figaro mozartianas, se encuentran camuflados mediante el sarcasmo y la ironía los dardos en contra de las desigualdades de todo tipo. No en vano, los motores de la acción en la obra maestra de Rossini son una mujer joven y un barbero sin más recursos que su ingenio.

Si la experiencia, en su aspecto más conservador, y la pujanza juvenil se encuentran reflejados y, hasta cierto punto, enfrentados en el Barbero, el reparto de la única función que en versión semiescenificada se ofrecerá ahora de esta joya del teatro musical en la Programación Lírica de A Coruña, el día 17, también da muestra del preciso equilibrio entre madurez y juventud. Dos de los protagonistas, la enamorada Rosina y el barbero Figaro, se encuentran representados por algunos de los nuevos talentos más valorados de la lírica española. Ella será la mezzo Carol García, que ya ha paseado el rol con éxito por algunos de los principales teatros de Francia.

La cantante catalana interpretará además otro de los grandes papeles cómicos rossinianos, la protagonista de La Cenicienta, en la nueva temporada bilbaína. Por su parte, Figaro recae en un gallego, Borja Quiza, que ya había ofrecido este personaje en Oviedo, Tel-Aviv y Montreal, allí bajo la batuta de Kent Nagano, pero sin la posibilidad hasta ahora de debutarlo en su tierra.

El barítono de Ortigueira, al que Bryn Terfel, protagonista de Falstaff, le auguró una magnífica carrera, actuará este año en los dos principales teatros madrileños. Como pretendiente de Rosina, en el doble rol de Lindoro/Almaviva, el personaje que estrenó en su día un sevillano, Manuel García, se encuentra esta vez uno de los grandes tenores rossinianos de hoy, el escocés Barry Banks. Recién llegado de su triunfo en la Semiramide que acaba de grabar en Inglaterra y de cantarla en los Proms londinenses bajo la batuta de Mark Elder, Banks es uno de los pocos intérpretes actuales capaz de lidiar con ese alarde de pirotecnia vocal que es el Cessa di piú resistere.

Completan el reparto el veterano Bruno de Simone, uno de los más reputados bajos bufos actuales en el antipático rol del doctor Bartolo; el bajo Burak Bilgili, triunfador de la pasada temporada en Les Arts de Valencia con otro Rossini, La italiana en Argel, y dos prometedores jóvenes cantantes de la cantera coruñesa, la soprano Helena Abad (Berta) y Perdo Martínez (Fiorello).

Al frente de la Sinfónica de Galicia y del Coro Gaos regresa Marcello Panni.