«Yo soy hijo de la generación Xabarín»

FUGAS

Josep Molina

Este verano, e insisten en que de verdad «solo será este verano», La Pegatina se convierte en La Gran Pegatina. Un auténtico «all star» de la rumba y el ska en el que a los siete miembros fundacionales del combo catalán se unen dos cantantes, una frenética sección de vientos, una guitarra eléctrica, un violinista y un videoyóquei. No será una fiesta. Será la gran fiesta

28 jul 2016 . Actualizado a las 18:23 h.

Quién nos lo iba a decir. Resulta que la primera gran influencia musical de Rubén Sierra, voz, guitarra y compositor de muchos temas de La Pegatina no son Manu Chao, Bob Marley, Ska-P o Peret. «Mi padre era de Loiro, una aldea de Ourense en la que hasta los 16 años yo pasaba tres meses cada verano. Y mientras mis amigos en Barcelona escuchan grupo infantiles en la tele yo escuchaba a Heredeiros da Crus y a Os Diplomáticos en el Xabarín. Y eso marca mucho. Yo me siento uno más de la generación Xabarín y lo considero mi primera gran influencia».

-Ahora que lo dice es cierto que esa generación de músicos gallegos contó con una notable ventaja cualitativa. ¿Por qué cree que no se supo aprovechar?

-Porque los grupos gallegos tienen miedo a salir de Galicia. Se aprovechó en el bravú. Pero desde fuera no hemos vuelto a saber qué ocurre aquí. Me comentan que ahora vuelve a haber un auge con grandes bandas pero yo solo conozco a Dakidarría y a Chotokoeu. Y son buenísimos.

-Volveremos a hablar de Galicia pero va siendo hora de que nos cuente qué es eso de La Gran Pegatina.

-Un reto enorme y una aventura increíble. Después de 13 años queríamos ofrecer a nuestro público algo nuevo. Volverlos a sorprender. Así que montamos una big band pero no para un concierto extraordinario sino para una gira de seis meses.

-¿Y después? ¿No se sentirán un poco solos en el escenario?

-Desde el primer momento tuvimos muy claro que esto tenía que tener un inicio y un final porque un formato así es insostenible logística y económicamente. Está claro que los vamos a echar de menos. Por eso antes de despedirnos vamos a dejar registrado todo esto en un cedé y un deuvedé grabado en directo. Y después La Pegatina va a seguir igual, tal cual la habíais conocido. Y si algún día se nos ocurre alguna otra locura será diferente.

-Casi la mitad de los conciertos de La Pegatina son internacoinales, principalmente en Holanda, Francia y Bélgica. ¿Qué les dan?

-No ha sido cosa de un día. En el 2007 decidimos pillar una furgoneta y marcharnos un par de meses a Europa a lo que saliese, a liarla cada noche. No teníamos miedo y nos sobraban ganas de aventura. Y es lo que hemos seguido haciendo desde entonces cada vez que sacábamos un disco. Sembrar y sembrar. Si solo esperas tocar fuera con lo que te ofrezcan los programadores o los managers, eso no va a cuajar.

-En su primer disco ya hablaban del «Prestige» y del «No a la guerra». Pero ha sido en este último en el que se han vuelto más críticos. ¿Por qué ahora?

-Porque ha llegado un momento en el que estamos hasta las narices de lo que está pasando. De ver desahucios, de gente que no llega a final de mes... Y que los de arriba ni se inmutan.

-Supongo que son conscientes de que para muchos no son más que unos perroflautas.

-Bueno, el tiempo pone las cosas en su sitio. Al principio nos afectaba que algunos medios nos desprestigiasen. Nos pusieron muchas vallas difíciles de saltar pero aprendimos a hacer túneles para pasarlas por debajo. Además, el movimiento perroflauta si no está acabado está en fase de extinción. Ahora están más preocupados de si hay un enchufe para el móvil que de si se acaba la cerveza.

-Teniendo en cuenta la amalgama de estilos que integra el grupo, hablar de influencias supongo que es una quimera.

-Antes las influencias te venían de los discos que escuchabas en casa pero hoy te llegan de todas partes. Nosotros nos comemos muchas horas de furgoneta y ahí vamos creando una playlist en la que cabe de todo. Desde el último de Jorge Drexler a Bomba Estéreo, desde cumbia electrónica a rap. Un día escuchamos Kevin Johansen y al otro Chemical Brothers.

-Han colaborado con muchos de los grandes, pero ¿cuál es su colaboración soñada?

-Mis dos colaboraciones soñadas son imposibles, porque serían Bob Marley y Camarón. Pero no somos un grupo obsesionado por colaborar con éste o con el otro. Tienen que surgir como fruto de vivencias. Son como selfis que te vas haciendo por el camino. No creemos en las colaboraciones por encargo.

-Le ha dedicado una canción al licor café. ¿Podría ser el arma con la que los gallegos conquistasen el mundo?

-Desde luego a mí me ha conquistado. Podrían conquistar el mundo y el universo. Pero con buen criterio los gallegos prefieren que si quieres disfrutarlo tengas que ir allí. Para mí, es la droga perfecta.

BUEU. 4, 5 y 6 de agosto. Abono: 32 euros; Entrada día: 27,50 euros. Junto a La Vela Puerca, Soziedad Alkohólika, Heredeiros da Crus, Lendakaris Muertos, Boikot, Vendetta, La Sra. Tomada. The Skarvivals, Poetarras, Chotokoeu y Gold Colt