Y el alma hecha jirones

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa EL RINCÓN DEL SIBARITA

FUGAS

20 may 2016 . Actualizado a las 19:37 h.

Hacia el final de esta novela intensísima, que se lee como un torrente de palabras y emociones desde la primera hasta la última página, la autora escribe una frase de una sola línea que tal vez capte como ninguna otra la sensación con la que el lector llega a esas alturas del texto: «Y el alma hecha jirones».

Así está, después de un minucioso proceso de demolición interior, Lola B., protagonista de El pulso de la desmesura, primera novela de Amelia Pérez de Villar, que publica el sello Fórcola. Pérez de Villar, a la que conocíamos por sus deliciosas ediciones -también en Fórcola- de las crónicas y el epistolario de Gabriele d?Annunzio y por el ensayo biográfico Dickens enamorado, se estrena en la narrativa con un relato arriesgado, de gran potencia literaria y alta sensibilidad. Que en estos tiempos cicateros una escritora y un editor se atrevan a poner en la calle un texto tan descarnadamente literario y con una puesta en página similar a un largo poema, constituye una feliz novedad que habría que celebrar como es debido ante el implacable avance de los prosistas decimonónicos y sus replicantes televisivos. Todavía hay vida inteligente. Todavía hay esperanza.

Pérez de Villar ha encontrado una voz, la voz de Lola B., una mujer que se confiesa abandonada por su pareja en todo lo alto de la escala social y de un dúplex de lujo en el que los muebles de diseño -todo acero y cristal, todo blanco y negro- componen la perfecta y aséptica decoración de su soledad.

Y, a partir de ese tesoro encontrado que es la voz de Lola B., Amelia Pérez de Villar construye un monólogo palpitante, osado y despojado de adornos estériles que empuja al lector por la pendiente de su prosa, sin atajos ni escalas para tomar aire.

El pulso de la desmesura se sitúa afortunadamente muy lejos de las actuales convenciones del género -que parecen haber retrocedido en ciertas trincheras hasta bastante antes del primer tercio del siglo XX-, y podría leerse casi como un monólogo teatral o un poema. Pero es una novela. Una novela diferente, con un personaje de carne y hueso que su autora ha dotado de una voz poderosa y única.