Dibujar en la oscuridad

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa EL RINCÓN DEL SIBARITA

FUGAS

13 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace un par de años, el artista Pablo Gallo (A Coruña, 1975) cultiva lo que él mismo ha bautizado como sesiones psicográficas: unas performances en las que el pintor dibuja a ciegas acompañado en el escenario por Iago Alvite, que ejerce «como alquimista sonoro, creando músicas espectrales». De esas actuaciones nace ahora un pequeño tesoro titulado Dibujar en la oscuridad, un libro que publica Ediciones El Gallo de Oro donde relata las andanzas del comando psicográfico por la península y reúne una selección de ilustraciones creadas a oscuras, y en directo, ante los asiduos de locales como el Club Cronopios de Barcelona o la Librería Berbiriana y la Casa de las Naufraguitas, de A Coruña.

 El volumen constituye, según cuenta Pablo Gallo, «un manifiesto de quince puntos para dibujar a ciegas» por el que se pasean algunas de sus más queridas afinidades electivas, desde William Blake a Valle-Inclán y Oscar Wilde.

Dibujar a oscuras se completa con una segunda parte en la que el creador ofrece un Breve diccionario de artistas espiritistas, una alineación imbatible de quince personajes devorados por la vida que buscaron en el más allá las certidumbres y la inspiración que no encontraban a este lado de la realidad. Las estampas biográficas son todo un hallazgo, ya que cada uno de estos seres merecerían por sí mismos una novela entera. El autor recuerda aquí a la ocultista, médium y pionera del arte abstracto Hilma Af Klint; a la pintora, poeta, actriz y bruja Marjorie Cameron; al minero, artista y espiritista Auguste Lesage; o a la pintora australiana Rosaleen Norton, a la que juzgaron porque sus cuadros podían «depravar y corromper la moral de las personas que los ven». Pero mis ocultistas favoritos son el republicano español José Reyes Martín, industrial del tabaco y fundador del Círculo Espiritista de Granadilla de Abona, y el argentino Xul Solar, que luchó por acuñar un idioma, el neo-criollo, que fuese la lingua franca de América Latina. De él dijo Jorge Luis Borges: «Xul fue el hombre con la capacidad para la amistad más grande que he conocido».