"Un actor de comedia no piensa en ganar un Oscar. Eso nunca sucede"

María Estévez

FUGAS

El actor neoyorquino y Naomi Watts estrenan Mientras seamos jóvenes (Noah Baumbach), una comedia sobre una pareja en plena crisis generacional

04 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El vértigo emocional que cada generación provoca en su inmediata predecesora se convierte en protagonista de la nueva cinta del director, productor y escritor Noah Baumbach. Protagonizada por Ben Stiller y Naomi Watts, Mientras seamos jóvenes cuenta las consecuencias de los cambios tecnológicos y culturales en las relaciones sociales. Stiller y Watts son una pareja de mediana edad en Nueva York, incapaz de aceptar su edad, especialmente porque no tienen hijos. Ben Stiller, considerado como uno de los cómicos más relevantes del cine actual, confiesa sentirse desconectado con los jóvenes de hoy en día.

-Este filme se centra en temas con los que todo el mundo puede identificarse: personajes aceptando su madurez, la enorme distancia que existe ahora entre las generaciones ¿Como actor y como artista, siente que ha desconectado de la gente joven?

-Para mí ese momento llegó escuchando a los Beastie Boys [se ríe]. Siento que mis hijos me conectan ahora con las nuevas generaciones. Ellos me enseñaron a dejar de pensar en mí mismo. La responsabilidad te obliga a pensar en los demás. Uno se da cuenta que está envejeciendo cuando no puede seguir con las últimas tendencias de música. A mí me ocurrió hace años cuando intentaba escuchar nuevos estilos de música y me encontraba regresando a la que yo escuchaba cuando era joven.

-¿Siente, como dice el filme, que el avance de la tecnología ha impactado sobre la calidad de las relaciones humanas?

-Creo que hay buenos y malos aspectos de la tecnología. Ahora mismo estoy rodando una película lejos de mi casa y utilizo FaceTime y Skype para hablar con mis hijos. En ese sentido es una herramienta maravillosa. Lo contrario sería el texting. Es fácil esconderse detrás de esa interacción que no es muy humana. Muchos chicos de menos de 20 años no hablan entre ellos, solo se escriben mensajes.

-Han pasado veinte años desde Reality Bites, ¿qué recuerdos guarda de aquel filme?

-Siempre queda la excitación de tu primera película. Cuando miro atrás pienso en lo que estaría pensando yo para aventurarme a dirigir esa historia. No tenía ni idea de lo que hacía, pero sabía lo que quería hacer y eso fue suficiente. Me siento muy orgulloso de esa cinta, porque es un reflejo de la confianza que uno tiene en su juventud.

-¿Por qué ha decidido dejar atrás Los Angeles y regresar a su ciudad, a Nueva York, con su familia?

-He vivido en Los Angeles durante veinte años, pero he crecido en Nueva York y lo llevo dentro. Ha sido una decisión gradual. Quiero que mis hijos tengan una educación parecida a la mía. Que se acostumbren a una ciudad. Me parece que la vida en la costa este es más normal, más independiente. Quería que cambiaran y ahora aprecian Los Angeles mucho más cuando regresan.

-Dirige, produce, actúa. ¿Está tratando de buscar nuevos retos?

-Trato de involucrarme en proyectos que son interesantes y despiertan en mí las ganas de trabajar. Siempre estoy intentando encontrar guiones diferentes que no se parezcan en nada a lo que ya he hecho. Broadway para mí fue uno de los retos más grandes y al mismo tiempo más reconfortantes que he vivido como actor. El proceso es muy distinto al de las películas. El valor de representar una obra durante siete días de la semana es algo único.

-Usted es un actor-director. ¿Con cuál de los dos sombreros disfruta más?

-Con la dirección, sin ninguna duda. La realización es un vehículo más creativo que la interpretación.

-Usted estrena una película cada seis meses.

-Ese es el gran reto de un adicto al trabajo como yo. Trato de reconocer lo afortunado que soy en mitad de todos los retos que me propongo, tengo la suerte de estar en una posición que me permite ganarme la vida disfrutando al máximo del trabajo. No quiero perder de vista de dónde vengo, ni me olvido de mi familia. Ellos son realmente mi gran regalo en la vida.

-Ess uno de los cómicos de más éxito en Hollywood, ¿le obliga esa etiqueta a tener que ser divertido veinticuatro horas al día?

-Para mí no es un problema. Si la gente quiere que sea divertido solo tengo que abrir la boca [se ríe]. Más difícil sería si todos esperaran de mí que fuera raro y tuviera que vivir de forma extravagante para alimentar esa imagen.

-¿Cuándo era joven soñaba con ser cómico?

-No. Yo siempre he querido ser director de cine, desde niño, vivía obsesionado con las películas de Sidney Lumet, Coppola y Scorsese. Disfrutaba analizando sus historias, su técnica como directores, nunca pensé en llegar a ser actor, pero confieso que es un trabajo que me provoca muchas satisfacciones

-Usted y Judd Apatow empezaron juntos, pero han creado escuelas distintas de comedia. ¿Compiten entre ambos?

-No lo sé, tendríamos que sentarnos juntos y hablar de ello. Judd y yo empezamos juntos, los dos creamos el Show Ben Stiller en 1992, venimos del mismo lugar. No hay competitividad entre nosotros, aunque no compartimos proyectos.

-¿Por qué han dejado de trabajar juntos?

-No hay un acuerdo para no trabajar juntos [risas]. Seguimos siendo amigos, no vayas a crear un problema donde no lo hay. Con Owen Wilson sigo trabajando y los demás han ido por otro camino y hacen otro tipo de películas. Algún día uniremos nuestros rumbos, pero no hay ningún proyecto en estos momentos.

-¿Cuáles son los ingredientes de una buena comedia?

-Primero, un buen guion, obviamente, y alguien que entienda la naturaleza del género. Luego los actores tienen que encajar en los personajes y supongo que el director también es importante, porque ejecuta el guion entendiendo las interpretaciones y las bromas.

-Usted ha dicho que la comedia es difícil porque el público se ríe o no se ríe, y es un género que no recibe premios.

-Deberían hacer algo al respecto porque no se reconoce a las comedias como se debiera. Habría que hacer una categoría para reconocerlas, los actores ponen mucho esfuerzo en ellas y las buenas comedias merecen premios. Nadie piensa cuando rueda una comedia que va a ganar un Oscar, porque simplemente no sucede.

-¿Quiere decir que le gustaría ganar un Oscar?

-Por supuesto. Quién no querría. Pero el Oscar es el resultado de una carrera orientada a ello. Es difícil para cualquier actor, director o productor conseguirlo, y aunque lo desees no vas a ser feliz si vives obsesionado con el Oscar. Yo quiero uno, pero no lo pienso. Es igual que cuando estrenas una película: deseas que le guste a todo el mundo, que consiga montañas de dólares, que reciba buenas críticas. Pero no puedes controlarlo y es mejor no pensarlo.

-¿Sabe reírse de sí mismo?

-Supongo que me va ese estilo de comedia. Son momentos únicos del cine y a mí no me importa en absoluto protagonizar esas situaciones. Tengo un gran sentido del humor porque no soy de esas personas que se toman la vida demasiado en serio.

-¿Con tanto trabajo ve a sus hijos y a su mujer lo suficiente como para que sepan que forma parte de la familia?

-Eso espero. Para mí es importante pasar tiempo con mis hijos y mi mujer. Ellos suelen acompañarme cuando voy a rodar una película. Trato que el trabajo no consuma todo mi tiempo.