Los libros que hay que leer este verano

La Voz ELENA MÉNDEZ, / XESÚS FRAGA / LUÍS POUSA / HÉCTOR J. PORTO / RAMÓN NICOLÁS

FUGAS

David Pintor

Seleccionamos las historias que te harán viajar estas vacaciones

31 jul 2015 . Actualizado a las 18:38 h.

Fugas realiza una selección de los mejores libros para leer este verano, tanto con obras nuevas por descubrir como con clásicos que merece la pena releer. Historias de vida, fantásticas, de suspense e incluso biográficas que permiten realizar un viaje paralelo a quienes ya estén disfrutando de sus vacaciones.

Doce libros en castellano y en gallego con los que dejar volar la imaginación.

FICCIÓN

1. «Aquello estaba deseando ocurrir», de Leonardo Padura

 

Historias de cubanos. La editorial Tusquets reúne en Aquello estaba deseando ocurrir los cuentos  del narrador cubano más internacional. Leonardo Padura, galardonado este año con el premio Princesa de Asturias,  pinta para nosotros un cuadro genuino y habanero que compone con las pinceladas costumbristas de sus relatos. 

Retratos de hombres solos, algo perdidos, que buscan en las noches de La Habana un nuevo horizonte. A veces son soldados que sufren la guerra de Angola y que combaten la soledad con historias de amor que no acaban bien. Hay boleros antiguos, memorias recuperadas del pasado e infancias perdidas.

 Tampoco falta la huida, a veces con escala en Madrid, pero con Miami de fondo y la desesperanza de los que se quedan solos en la orilla viendo zarpar el barco de las ambiciones, de las traiciones. Padura nos regala en sus relatos un mundo de nostalgia y también amor. No podía faltar el sexo en las historias de la capital caribeña. Y aquí nos lo muestra cargado de erotismo, a todo calor tropical. 

Padura abre de esta manera una ventana a Cuba y nos deja respirar su aroma. A los que anclados aquí añoramos ese aire propio que desprende la ciudad de La Habana, sus relatos nos llegan como una verdadera corriente subterránea. Un movimiento bajo los pies que nos quita el aliento.

2. «Una suerte pequeña», de Claudia Piñeiro

«Hitchcock es una mujer que vive en Buenos Aires», ha dicho el Corriere della Sera de la autora Claudia Piñeiro. Pero es mucho más.

Esta argentina de ancestros gallegos construye en su novela Una suerte pequeña un personaje femenino de carne y hueso. Una mujer que vuelve a sus orígenes tras huir de un episodio trágico que se irá revelando poco a poco. Una historia dura, emocionante y muy valiente que profundiza en los lazos y conflictos que conlleva la maternidad.Claudia Piñeiro ofrece una mirada atrevida sobre la vida íntima de las familias y el  desasosiego que supone asumir el papel de madre.

Ella es Mary Lohan, Marile Lauria y también María Elena Pujol. La compañera de un profesor estadounidense, la esposa de un adinerado burgués argentino apegado a su clase y también la hija de una madre depresiva. Todas en una. Y sin importar su nombre, nos obliga a acompañarla en su viaje de retorno y a sufrir con ella su desconcierto, su miedo. A mirar con desconfianza ese azar caprichoso que a veces deja un pequeño regalo entre los infortunios. Una mujer dañada que encontrará en los libros respuesta para sus temores.

Una novela de lectura fácil que esconde tras de sí un gran trabajo a nivel literario. Una historia para sufrir y gozar por igual en las noches templadas.

3. «Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer», de D. F. Wallace

¿Ya tiene plan para las vacaciones? Antes de decidirse lea con atención lo que David Foster Wallace nos cuenta en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.  Lo pasará en grande si decide embarcarse con él en este crucero de lujo poblado por norteamericanos típicos que viajan por placer por los mares caribeños. Disfrute de su sarcasmo y su agudeza y déjese llevar por las explosiones de risa. 

 El libro incluye además otras seis piezas más breves, pero igualmente geniales e irreverentes, escritas durante la década de los 90 con temática muy diversa. Así Wallace desmenuza al cineasta David Lynch y sus cabezas deformadas; al tenista Michael Joyce, también habla sobre la influencia en el tenis en los tornados y dedica otro capítulo a la televisión.

Otro artículo lo destina a analizar el concepto de autor y hasta nos lleva de excursión a la feria estatal de Illinois. Ideales bajo la sombrilla. Y no se olvide las gafas, porque Wallace adora los pies de página.

4. «El secreto de Vesalio», de Jordi Llobregat

Con una sólida novela de intriga ha debutado Jordi Llobregat (Valencia, 1971), tejida en torno a dos elementos canónicos del género: una serie de asesinatos de jóvenes muchachas y un libro misterioso que puede revelar tantos secretos como peligro porta. Si a esto le añadimos un escenario atractivo, como es la Barcelona del 1888, estamos ante una novela que promete y ofrece gozo lector.

El secreto de Vesalio se ambienta en esa Barcelona decimonónica que se prepara para celebrar su exposición universal, un acontecimiento que la serie de asesinatos amenaza con empañar. 

Es en este contexto que regresa a la ciudad Daniel Amat, profesor en Oxford que debe hacerse cargo del funeral de su padre, un eminente médico que había investigado las muertes de las muchachas. Un periodista, Fleixa, le aporta al joven Amat varios indicios que apuntan a que su padre puede haber sufrido también una muerte violenta. 

Amat retoma las pesquisas de su padre, a la vez que se enfrenta con su propio pasado y la causa que lo llevó a abandonar Barcelona. En su persecución del asesino se cruzará un manuscrito anatómico cuyos conocimientos están relacionados con los asesinatos. Una intriga bien construida que hará disfrutar a los lectores asiduos a las tramas de carácter histórico,  y a las ambientadas en la antigua Barcelona decimonónica.

5. «La resta», de Alia Trabucco Zerán

La resta (Demipage) es una primera novela felizmente sorprendente. La prosa de Alia Trabucco (Santiago de Chile, 1983) es rotunda, tiene oficio y belleza, y  salta de un personaje y de un escenario a otro con un montaje casi cinematográfico que traslada al lector de un Santiago cubierto de cenizas hasta la cordillera andina.

Trabucco compone aquí un relato a dos voces, las de Iquela y Felipe, pero a estos dos personajes les suma otra protagonista: Paloma, la hija de Ingrid Aguirre, una exiliada de la dictadura chilena en Alemania cuyo cadáver se extravía entre la burocracia y la desidia en un aeropuerto de Mendoza (Argentina) durante su traslado al Chile natal. Los tres jóvenes, amigos de la infancia durante los tiempos oscuros de la Junta Militar de Pinochet, se suben a un coche fúnebre bautizado como la Generala para emprender la aventura del rescate de la difunta. Desde Londres, donde estudia ahora su doctorado en literatura, Alia Trabucco explica cómo esa recuperación se convirtió a lo largo del trayecto en algo muy diferente:

-Lo escribí pensando en una búsqueda que al final se transformó en otra cosa: en una fuga, un duelo (como pérdida y como enfrentamiento), un delirio que da cuenta y saca cuentas sobre el dolor propio y el dolor de los demás. Y es que en esta novela hay mucho de un descenso al final de uno mismo, de ahí la resta implacable de vivos y muertos que lleva Felipe hacia el cero final.

6. «Noches Blancas», de Fiódor Dostoievski

El verano invita a leer o releer clásicos: si además mantienen en su argumento una conexión con la estación, doble placer. La historia de Noches blancas, de Dostoievski, nos lleva a un verano desconocido por estas latitudes, el de esas horas nocturnas en torno al solsticio de verano en que la oscuridad no llega a ser completa. Un momento propicio para pasear, como hace el narrador de este breve libro, por un San Petersburgo tan misterioso como hermoso.

Este joven, después de una vívida descripción de la ciudad, se encuentra a una joven en una situación desagradable para ella y a quien saca del entuerto. En las siguientes tres noches se citará con ella, Nástenka, quien le relatará una historia triste donde el amor y las ilusiones se cruzan de forma magistral. Su narración acaba por enamorar al protagonista, quien ya había quedado atrapado por su silueta de sombrero y mantilla, hasta un sorprendente final. Historias como solo pueden ocurrir en verano.

NO FICCIÓN

7. «El conquistador del mundo. Vida de Gengis Kan», de René Grousset

Si hay un hombre de leyenda ese es Gengis Kan (1162-1227). Sus resonancias míticas solo son comparables con titanes de la dimensión histórica de Napoleón, Julio César, Alejandro Magno o Cleopatra.

Pero el conquistador que viene de esa gran región desértica de Asia denominada Mongolia está rodeado de épica fantástica, y su origen hay que buscarlo en buena medida en ese libro de autor anónimo cuya escritura data del mismo año de la muerte del emperador: La historia secreta de los mongoles.

Inspirado en este texto nace también el ensayo biográfico ya clásico que el orientalista René Grousset (Aubais, 1885-París, 1952) publicó en 1944 y que ahora rescata por fin el sello Acantilado para el lector en castellano. El trabajo ?que se disfruta como una novela? desmonta muchos de los lugares comunes que acechan la figura de Gengis Kan, cuya sanguinaria crueldad debe ponerse en solfa y juzgarse a la luz del contexto histórico (es decir, la oscura Edad Media).

Lo fascinante de acercarse a este descendiente del Lobo Gris y la Cierva Salvaje es poder comprender cómo fue posible ?en apenas tres decenios? la creación de un imperio que se iniciaba en la costa del Pacífico, rondaba el Círculo Polar Ártico e incluso rozó el Danubio.

8. «Cuatro años bajo la media luna», de Rafael de Nogales

«¿Por qué se recuerda a Lawrence y sin embargo se olvida a Nogales? Los dos han sido en la misma medida temerariamente aventureros, los dos han trabajado con las manos tintas en sangre durante varios años en el desierto; los dos fueron escritores. [?] Cuatro años bajo la Media Luna tiene la misma grandeza sombría que Los siete pilares de la sabiduría de Thomas E. Lawrence. [?]

Creo que era un deber de justicia evocar el libro del aventurero Nogales, agotado en castellano, mientras que en estos momentos se recuerda tan vivamente la obra de Lawrence».

Esto que argumentaba en un artículo el gran escritor argentino Roberto Arlt en el 1937 es aún perfectamente válido, por lo que cobra doble valor la iniciativa del sello Almuzara para rescatar su obra.

Nogales sigue siendo hoy un personaje tan desconocido como increíble. Nacido en Venezuela y educado militarmente en las academias de la Alemania imperial, Rafael de Nogales Méndez (1877-1937) fue un soldado de fortuna.

Pese a esa formación, apostó por sus raíces latinas y quiso enrolarse infructuosamente en los ejércitos francés, belga y montenegrino.

Fue así como se dejó acoger por la hospitalidad otomana, pasó cuatro años luchando en el frente turco y hasta llegó a ser testigo del genocidio armenio.

9. «El leopardo de las nieves», de Peter Matthiessen

De joven informante de la CIA pasó, ya añoso, a ser señalado por el FBI como enemigo de su país. Era para entonces un pensador muy incómodo. Entre ambos puntos, en su largo camino vital, Peter Matthiessen (1927-2014) se convirtió en un hombre sabio, un maestro zen, una referencia en cuanto a cómo vivir despojado de ropajes superfluos y en comunión con la naturaleza.

En esa senda es un hito fundamental su libro El leopardo de las nieves (1978), un clásico moderno que ahora recupera Siruela ?fue uno de los títulos que hizo grande el sello fundado por Jacobo Siruela? apenas un año después de la muerte del escritor neoyorquino. El leopardo... es hoy uno de los libros de viajes fundamentales en la tradición de los exploradores, salvo que aquí la ruta está trufada de indagación interior a caballo entre lo místico y lo hippie. Matthiessen busca en el Himalaya también una expiación del sufrimiento por la muerte de su esposa.

GALEGO

10. «Un animal chamado Néboa», de Ledicia Costas

Cales son os límites da resistencia e a dor?, como se poden esnaquizar tantas vidas sen remorsos?

Sobre estas e outras preguntas reflexiona Ledicia Costas (Vigo, 1979) que segue a transitar  pola construción dun discurso narrativo áxil e sólido como a súa traxectoria creativa testemuña, exhibindo unha linguaxe metafórica medida e efectiva; neste caso novidosa, cara aos asuntos que recrea no que é a súa primeira entrega para un lectorado adulto.

Costas déixase escorregar por algúns dos sumidoiros máis abxectos da historia do século XX, como foi a implantación do réxime nazi en Alemaña, reparando nas dimensións que supuxo o feito de que este abrazase a  vesania e a destrución da condición humana como principais distintivos de actuación, sen esquecer, claro é, os conflitos bélicos e os milleiros de mortes que este provocou. E, malia seren previsibles as resolucións dalgúns dos relatos, o certo é que o seu interese radica, ao meu ver, tanto na exposición enxeñosa das reviravoltas que a historia ten para cruzar destinos e vidas como no pulso firme dunha voz narradora que non trema ao describir con crueza as situacións límite que aquí se reflicten.

A néboa, sen lugar a dúbida, desdebuxa os perfís, engana e confunde, mais o animal, como no conto de Monterroso, segue estando aí. Costas lémbranolo.

11. «Inventario do prohibido», de Luz Campello

Fura Luz Campello (Guitiriz, 1966), neste Inventario do prohibido, no peso dunha educación e dunha historia lastrada polo peso dunha hexemonía patriarcal e polas inequívocas dificultades do proceso de emancipación da muller.

Faino a través dun monllo de composicións como ben podían ser un feixe de relatos ou un conxunto de reflexións de filiación ensaística; mais, son, inexcusablemente poemas, pois en cada un deles estoupa esa faísca do inaprensible, ese golpe de emoción que agroma no «non lugar» que é a poesía, tal e como advirte Eva Veiga nun luminoso limiar de lectura obrigada. Ao corpo central do libro van chegando regueiros afluentes aquí e acolá que o alimentan e que son unha multiplicidade de situacións, condutas ou pensamentos co obxectivo de construír unha cartografía que evidencia as dificultades palmarias para  reconstruír o suxeito femenino aínda hoxe.

Nos poemas, alén do diálogo presente en tantos deles, fálanos unha muller «fractal» e «poliédrica» que repara na dimensión do corpo e dos corpos, na identidade e nos silencios, na invisibilidade e na práctica da violencia, mesmo nas voces que reverberan e que ás veces non se queren oír. Sempre á busca teimosa do espazo negado, que está aberto á posibilidade de compartir horizontes para darlle unha precisa volta ao abecedario do mundo.

12. «Xente ao lonxe», de Eduardo Blanco Amor

Ninguén dubida que Xente ao lonxe é unha das novelas máis ambiciosas escritas en lingua galega no século XX, pola espectacularidade e novidade dunha estrutura de inequívoco saibo cinematográfico e porque nela se espellan as transformacións sociais que sufriu Galicia no tránsito do século XIX ao XX desde ese espazo singular que foi Auria, exhibindo unha galería verdadeiramente impresionante de personaxes e un peso rotundo dunha visión fortemente satirizante.

Antóllaseme pouco efectivo dicir algo novo dela, mais non tanto o de animar á súa lectura, ou ben relectura, e nada mellor que facelo nunha edición que vén da man do profesor Xosé M. Dasilva quen, tras investigar na Fundación Penzol e no Archivo General de la Administración, recupera con brillantez o orixinal libre das amputacións que a censura lle infrinxira hai máis de catro décadas. Unha gran oportunidade para lelo, por fin, libremente.