Sara Coleman, amables e íntimas instalaciones

Mercedes Rozas

FUGAS

A partir de temas pictóricos y literarios de Eugenio Granell, Sara Coleman abunda en la ya consabida, aunque no por ello menos actual, recreación de lo invisible hecho visible, gracias al vínculo poético de opuestos

10 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia del arte siempre se ha movido entre mundos aparentemente contradictorios. Desde la pintura de Leonardo hasta las megaconstrucciones de Richard Serra, los artistas, consciente o inconcientemente, se han visto tocados de alguna forma por paradigmas anteriores que han servido de referencia o estímulo. Por eso, constantes, encontradas pero a la vez inseparables, como lo instaurado y lo innovador, se han visto envueltas en un ir y venir de significados mudables y cruces creativos que contribuyen a revisar con otras miradas el arte anterior. 

Sara Coleman es de las que no solo acepta, sino que además incorpora modelos reconocidos a su propia exposición. El tema del Pájaro Pi y la novela Isla cofre mítico de Eugenio Granell le sirven de arranque para crear Doble simultáneo, dos instalaciones en las que el espectador se ve envuelto entre la noche y el día, entre el sueño y la vigilia. No hay ni relación conceptual ni formal alguna con la obra granelliana, la confluencia de ideas viene determinada por las metáforas, que son, a la postre, la herramienta utilizada para concebir escenarios íntimos y espectrales.

Sal, mallas e hilos son el mensaje visual, el código que ayuda a reconocer el paisaje de sugerencias que la autora quiere comunicar: las oscuras profundidades del inconsciente, llenas de «gusanos de luz negra» y «estrellas errantes», y la luz del conocimiento, que «semejante a las imágenes del sueño, aparece cuando menos se le espera y huye cuando más nos atrae». Es la ya consabida, pero no por eso menos actual, recreación de lo invisible hecho visible gracias al vínculo poético de opuestos. 

La artista viene del mundo del diseño, de ahí la utilización de materiales textiles, de filamentos suspendidos en el aire, tejidos en algún caso en lana con la ayuda del también creador José Bravo, finas tramas que intervienen el espacio en una actuación que ensambla, sin ningún tipo de prejuicio, la pintura y la literatura de Granell con las instalaciones de Sara Coleman.

Santiago. Fundación Granell. Hasta el 21 de junio