Nacho Gómez: «Estuve dos o tres veces con Lady Di en Londres»

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CESAR QUIAN

27 oct 2014 . Actualizado a las 10:39 h.

S e pone a hablar de café y no para. «Tengo mucho rollo, debe de ser porque mi abuelo era cubano», reconoce sonriente. Anda acelerado. «No es de tomar café, ya mi padre era así», apunta. Forma parte de la tercera generación de la empresa Cafés Siboney, que el año que viene cumple 50 años de vida. «Mucha gente no sabe que somos de aquí. Mi abuelo, Cesáreo Gómez, el fundador, y mi padre murieron en poco espacio de tiempo, en año y medio, y mi hermano Jorge y yo llevamos la empresa. Somos como el yin y el yang. Él es tranquilo y muy bueno con los números y yo soy la cabeza creativa. Nos equilibramos», destaca Nacho Gómez Torres. Nació hace 42 años en la calle Cordelería, encima de la antigua tienda familiar. Es padre de dos hijos, Inés, que va a cumplir 8 años, y Bruno, de tan solo tiene 5 meses. Practica paddle surf y, cuando puede, yoga. Se declara inconformista. Le apasiona su trabajo y viajar. Conoce cada rincón del planeta donde se produce café. «Como mucho y lo quemo. Me encanta el sushi, y el pescado en general». Desde los 10 años anduvo en moto, pero «cuando nació mi hija decidí bajarme». Su lugar favorito de la ciudad está en el dique de abrigo. Charlamos en su tienda-boutique situada en la calle Ferrol, y de la que se siente muy orgulloso. «Tenemos el mejor coffee shop de España». Pide un café solo. «Me gustan los ácidos. Mi favorito es el varietal Geisha de Panamá, de Boquete, un valle al lado de Costa rica. Nos costó 100 euros el kilo».

Los años londinenses

Como toda su familia emigró en algún momento de sus vidas decidió seguir la tradición y con 20 años se fue a Londres. «Fui para diez días y estuve cuatro meses. Regresé para hacer la mili, en las COEs, donde aprendí el valor del compañerismo y que el cuerpo da para mucho. Cuando acabé volví a Inglaterra. Durante seis años hice de todo, fregué potas, fui camarero... Pero nunca dejé de ir a clases de inglés», recuerda. Cuenta un sinfín de anécdotas londinenses. Trabajó en los míticos grandes almacenes Harrods y en una tienda de Prada. «Estuve dos o tres veces con Lady Di. Era encantadora. Por allí iba mucha gente famosa. Una vez Dodi (hijo del propietario y cuando todavía no mantenía relación con Diana) me echó una bronca porque me equivoqué y puse el pan a la derecha», rememora. En Prada atendió a Hugh Grant y a David Beckham y su mujer. «Cerrábamos la tienda una tarde para ellos, se gastaban 30.000 o 40.000 libras».

Consejos para tomar café

Una y otra vez la conversación se dirige al mundo del café. Habla con rotundidad. «Un buen café lo puede estropear un mal tueste. Nuestro objetivo es comprar el mejor café directamente a los productores, intentando evitar a los intermediarios, tostarlo de la mejor manera y formar a la hostelería para que los prepare bien», resume. «El café no es amargo. Solo el malo. La gente entiende de vinos y de gin tonics, pero de café, que lo toman todos los días, no sabe nada», asegura. Estas son sus claves para no equivocarse, tanto hosteleros como consumidores. «Un café solo largo es lo peor que puedes pedir. A partir de 30 segundos de extracción empiezan a aparecer las notas astringentes y amargas. Es mejor pedir un solo americano». Otro consejo. «No estoy en contra de añadirle azúcar, pero no de golpe. Se debe de ir echando el sobre en la cucharilla para probar». Uno más. «La leche no se puede calentar más de dos veces y no se debe pasar de los 70 grados. En muchos locales estropean el café con leche quemada». Le digo que me tengo que marchar, porque sino creo que Nacho no pararía jamás de hablar. Antes de irme me habla de su viaje iniciático a Etiopía, de los cafetales de Brasil, Costa Rica o Colombia y que dentro de quince días empiezan con la venta on line de Cafés Siboney.

«La gente entiende de vinos y gin tonics, pero de café no sabe nada»