Aprendió hace diez años a trabajar el cuero y ya tiene carta de artesana
05 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.artesanos del cuero marián garcía
Siempre le gustaron las manualidades -está aprendiendo a tallar madera, trabaja con cristal de Swarovski, le gusta coser, hacer punto de cruz-, pero no fue hasta hace diez años, cuando le diagnosticaron un problema salud, cuando empezó a interesarse por la marroquinería, una disciplina en la que se reconoce autodidacta: «Aprendín en libros e en Internet». Hoy, una década después, Marián García tiene la carta de artesano que concede la Xunta de Galicia.
La receta para pasar de no saber nada a hacer prácticamente de todo con las pieles es, cómo no, «ter moita paciencia». «Tenche que gustar», dice. Y también es preciso estar dispuesto a «perder moitos cartos» haciendo y deshaciendo, estropeando piezas hasta que se consigue dominar la técnica. «É custoso aprender, son moitas técnicas, moitos xeitos de traballar, coñecer as peles, os gravados, os repuxados. É bastante caro aprender, tamén, porque as ferramentas e os materiais son caros».
No solo son caros, sino que hay que desplazarse para hacerse con ellos. Marián viaja hasta Nigrán o hasta Arzúa para adquirir el cuero. «Antes había un secadoiro en Padrón, pero cerrou. Tamén o podes atopar na zona vella de Santiago, pero e máis caro». Los abalorios que completan sus piezas suele traerlos de Pontevedra.
El potro, su preferido
Una vez conseguida la materia prima hay que saber para qué se utiliza cada cosa. Y no es tan fácil como parece. «Cada peza que fas leva coiros distintos. Non se pode facer unha mochila co mesmo material co que fas un bolso ou un moedeiro». Su preferido es el cuero de potro, aunque también se puede emplear de ternera -«para os cinturóns»-, de cabra o de oveja. «Tamén se utiliza o de porco, que a xente fina chámalle pécari, pero normalmente é para facer os forros», explica.
Y no solo el cuero. Las colas, las grasas, las herramientas, barnices, tintas chinas. Miles de combinaciones para hacer prácticamente de todo con el cuero y para brindar a los clientes no solo calidad, sino piezas exclusivas: «Nunca fago dúas pezas iguais. Fago unha peza e o patrón ese rómpese».
Para Marián, manipular el cuero es un trabajo manual, pero también es un proceso de creación. «O primeiro que tes que facer é imaxinalo na cabeza, eu se non o teño na cabeza non son capaz de pasalo ao coiro. Despois fago un patrón e despois empezo a marcar no coiro e a cortar. Despois, furado por furado, o forrado, os cosidos, e o repuxado ou o gravado que se lle queira facer. Eu normalmente tamén o tiño eu, con tintes vexetais, e ao rematar, normalmente doulle unha laca á auga ou aceite de pata de boi para protexelo». Y ya está, listo para cambiar de manos. «Despois, unha das cousas máis importantes é poder vendelo», opina Marián, que lo va logrando. Una vez en casa del cliente, el único cuidado que precisa es hidratarlo de vez en cuando: «O coiro segue vivo, hai que hidratalo como a pel», dice. Cualquier crema hidratante basta para mantenerlo en buenas condiciones durante años.