Las horas empleadas por Manuel Lesta en su finca de Souto (Paderne) no han servido para nada. Cada día que acude a su pequeño huerto constata que las noche anterior han bailado por la zona un ejército de jabalíes. Y su problema es común entre varios vecinos de este rincón a orillas de la carretera entre Betanzos y Miño. «Aquí xa vimos xabaríns, corzos e raposos, xa só falta o elefante do rei», ironiza Manuel, quien ya no sabe a dónde acudir para que le indemnicen. Para ello debe ir a A Coruña a exponer sus quejas. «Xa nin me molesto, dinme que os danos polos lobos tampouco os están pagando», argumenta. Donde debía haber patatas en proceso de crecimiento, Manuel solo observa barro removido. Reconoce que nunca vio a ninguno de estos animales. «Pero a veciña topou con eles na porta da súa casa, aquí campan ás súas anchas», señala Lesta.
Para casos de superpoblación de jabalíes, la Xunta autoría batidas. Pero ni siquiera en eso tienen suerte los vecinos de Souto. «Entre a estrada e a ría non se pode cazar», dice Manuel, quien también destaca el peligro que supone la presencia de jabalíes en el tráfico rodado.