P ocas personas como Isaac Díaz Pardo hicieron todo en el mundo de la cultura en la España y Galicia del siglo XX. Pintor, diseñador, gestor cultural, llevó a cabo el desempeño de su labor en algunos de los momentos más difíciles de nuestro país. Allí donde estuvo, también en América, desarrolló una intensa labor creando instituciones y empresas culturales. Su trabajo fue un ejemplo para todos nosotros, que hemos entendido la cultura como un elemento fundamental en el desarrollo humano de la persona. Mucho del prestigio que hoy tiene Galicia en el mundo se le debe a él, un luchador infatigable por colocar a nuestra tierra en una geografía universal reconocible. Justo entonces la gran exposición homenaje que se le rindió hace pocos meses a una persona que, además y por lo general, siempre los rechazó porque pensó que era su deber el haber hecho lo que hizo a lo largo de su vida. Justo también el reconocimiento de su faceta fundamental de artista plástico, de pintor, a veces oculto por su otra biografía de hombre público y emprendedor.
Siendo ministro de Cultura tuve el honor de concederle la medalla al Mérito en las Bellas Artes. Sabedor de que se la entregaría el rey, me escribió diciéndome que cómo un republicano como él la iba a recibir del monarca y, además una vez más mostrando su humildad, me decía que él ya había dejado de ser un artista. Finalmente lo convencí diciéndole que la medalla la tenía que recibir como un homenaje por tanto que había hecho desinteresadamente por Galicia. Así lo hizo, aunque yo ya no pude estar presente. Siento mucho su fallecimiento, pues además fue un compañero de exilio de algunos de mis familiares, con los que compartió momentos tan duros y difíciles de la historia de Galicia y de España.