La aplicación de la Ley de Costas desataba el malestar entre los propietarios de la zona
15 dic 2015 . Actualizado a las 11:21 h.En diciembre del 1995 el ingeniero Carlos Gil Villar pasó una mañana desgañitándose sobre el escenario del auditorio de Valdoviño y no precisamente para representar una obra teatral. Intentaba hacer comprender a un centenar de vecinos de Pantín los pormenores la ley de Costas, en virtud de la cual un puñado de terrenos de esta parroquia, hasta ahora privados, pasaban a ser públicos, y vieron limitados sus usos y posibilidad de edificar. Pero el auditorio era receloso, incluso hostil. «Se os queren levar que paguen en debida forma», decía un afectado. Mientras otros se preguntaban por qué no los expropiaban o se buscaba una solución que les resultase más ventajosa.