Falta personal en la hostelería ortegana para cubrir la demanda en verano

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

ORTIGUEIRA

JOSÉ PARDO

El sector encara la cada vez mayor afluencia de turistas con dificultades para darles servicio

25 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A menos de una semana de que comience julio, uno de los meses más fuertes del año para la hostelería ortegana, hay negocios que mantienen el cartel de «se busca camarero» o «cocinero». «Con muchas dificultades, pero al final encontré gente de por aquí», comenta, aliviada, Ana Domínguez, copropietaria del restaurante A Goleta, en O Barqueiro. «Antes la gente venía a pedirte trabajo, pero ahora pones el anuncio en Facebook y ya ni siquiera te preguntan», asegura. «Buscas gente agradable con el cliente, no profesionales, porque te piden un sueldo astronómico y no te alcanza para eso porque por aquí son restaurantes familiares, pequeños (...). El salario es mejor que en otros trabajos y se complementa con las propinas, si se excede el horario se compensa con dinero o tiempo libre. No digo que en algún sitio no se abuse...», reconoce Domínguez, jefa de cocina del negocio.

Santiago Villasuso, dueño de la cafetería Alameda y socio de Rocío Ferreiro en el restaurante Manolo’s Xantar, ambos en Ortigueira, han tenido peor suerte. «Necesitamos un camarero para cada local», afirman. En las últimas semanas han recibido numerosos currículos al ver la oferta de empleo colgada en Internet, pero la experiencia ha resultado bastante negativa. Con alguno han quedado y no ha llegado, ni a la hora establecida ni más tarde, en un caso porque se había quedado dormido, «pese a que dijo que tenía necesidad del puesto», cuenta Villasuso. «Otros te mienten, te dicen que han sido jefes de sala y no saben ni coger una bandeja», añade su socia.

Los salarios oscilan entre los 1.000 y los 1.500 euros al mes en la mayor parte de los establecimientos de la zona durante la temporada estival, por jornadas que suelen alargarse por encima de las diez horas. Los empresarios aseveran que se palía económicamente el exceso de trabajo. Pero ni estudiantes ni parados (muchos prefieren los contratos temporales de los concellos, peor pagados, pero con jornadas más cortas) muestran interés en la hostelería. «Llevaba cuatro veranos en el mismo sitio, contenta, pero lo he dejado porque he encontrado trabajo en un supermercado y tengo la expectativa de que me renueven el contrato», relata María, una joven ortegana, graduada universitaria. «La gente de aquí o no quiere dedicarse a la hostelería o no lo necesita, porque tienen a sus padres y a sus abuelos detrás», comenta José Manuel Fernández, gerente del restaurante Vila Vella, en Cedeira. Durante el resto del año «vas arreglando con la familia», señala, «pero en verano necesitas refuerzos». Él ha conseguido, no sin problemas, salvar la temporada, «con una pareja de peruanos y un chico de aquí y luego habrá que ir cubriendo con extras». La situación acaba desatando la picaresca, con hosteleros que «roban» personal a sus colegas, con ofertas que no siempre se pueden cumplir. Los más veteranos ya vivieron una época de escasez de mano de obra, como recuerda Santiago Villasuso. Ocurrió durante el bum de la construcción, cuando centenares de jóvenes se decantaron por el andamio atraídos por sueldos «imposibles de igualar». Ahora el problema se agrava, en cierto modo, apunta, «porque la afluencia de visitantes es cada vez mayor y el sector se está profesionalizando, pero ves que no puedes dar un buen servicio; de nada sirve tener el mejor negocio del mundo, que si te falta personal, ya lo puedes cerrar».

En Cariño, Espasante o el Porto de Bares, la demanda de cocineros, camareros o limpiadores también excede con creces la oferta durante el período veraniego. Los profesionales aspiran a puestos más estables y mejor remunerados u optan por dedicarse a bodas y otros eventos especiales. «Es un sector difícil porque ofreces contratos de dos meses -constata Villasuso-, pero hay trabajos peores». Rocío Ferreiro admite que ni siquiera exigen tanto, «salvo buena actitud y voluntad de aprender».