Sigo con interés los secretos del Museo Naval que viene publicando este periódico por su valor histórico y porque reflejan hechos y acontecimientos que aumentan las virtudes del conocimiento sobre la condición marítima de esta ciudad, que tiene futuro por el mar. Y aunque existe cierto divorcio entre el pueblo llano y el estamento militar, una mayoría de los ferrolanos siempre estuvo ligada a la Armada, como lo demuestra su presencia en los recientes actos en que fueron invitados a visitar los buques más modernos del mundo, construidos en estos astilleros, las instalaciones militares, o siguieron el concierto que la banda del Tercio Norte ofreció con un lleno total en el Teatro Jofre.
Todo ello vino a demostrar la admiración que los ferrolanos sentimos por quienes tiene la responsabilidad de salvaguardar a España, y por la celebración de esta semana de las Fuerzas Armadas es momento de felicitar al almirante Romero Caramelo, que hizo brillar la ciudad con esta convivencia entre sus gentes. Y seguro que la semana de las Fuerzas Armadas quedará incluida en los actos más importantes que ahí se celebran, y en los que están incluidos el Museo Naval y Exponav, donde todos los días se hace pedagogía sobre la historia naval y de sus ilustres militares y sobre los ferrolanos, de los que se ha escrito poco.
Puedo recordar desde el capitán general del Departamento Marítimo Romero Manso hasta Portal Antón, que fue el último que ocupó esta Capitanía. También otros ferrolanos que tuvieron importantes responsabilidades en Madrid, como Romero Caramelo padre o Francisco Torrente, por citar los más recientes.
Todos supieron manejar su alta responsabilidad fortaleciendo los astilleros y la Armada, regidos por un pensamiento, el mar, y una sola alma: Ferrol. Por ello creo que esta ciudad y sus autoridades, que siempre estuvieron atentas a lo que sucedía a la Armada, lo demostró haciéndole un homenaje multitudinario con la presencia del rey Juan Carlos a los marinos que están por esos mares defendiendo la legalidad internacional. Digo que esta ciudad, que lleva la antorcha de la Ilustración que alumbró una época brillante de sus historia, debe volver a aquella senda. Y para eso estamos todos los ferrolanos.