«Hace diez años era impensable fichar a chicos de un alevín»

Antón Bruquetas VALLADOLID

FERROL CIUDAD

José Pardo

«Los futbolistas cadetes de un equipo grande cobran como los de Segunda B», apunta

22 mar 2017 . Actualizado a las 08:23 h.

Se mueve de un lado al otro de la grada de cemento que divide en dos partes los campos anexos al estadio José Zorrilla. Es una mañana soleada, con más de veinte grados, y de fondo se escucha el murmullo de los jugadores del Valladolid B y del Racing de Ferrol que ya han empezado a disputar el partido que los enfrenta en la trigésimo jornada de liga en el grupo I de la Segunda División B. A José Antonio Prieto «Cata» (La Roca del Vallés, Barcelona, 1972), un personaje inconfundible del fútbol de Ferrolterra, un icono del Narón Balompé, al que ascendió a Tercera División, no le para de sonar el teléfono. Y en ese ajetreo que se ha convertido su vida desde que hace casi tres años aterrizase en mitad de Castilla para coordinar la cantera de Pucela a Cata se le entrecorta la voz, como si no tuviese ni un segundo para respirar.

-¿Cómo valora esta etapa que está viviendo?

-Ilusionante y que me genera motivación. Para quienes no hemos sido jugadores de élite y que venimos de los campos de barandilla, trabajar dentro del fútbol profesional es a lo máximo que podemos aspirar y, en este sentido, me siento súper realizado.

-Además, los resultados le están acompañando...

-Sí, e indudablemente que se estén viendo los frutos de ese trabajo sirve para que te retroalimentes y tengas energía para tratar de hacerlo cada día mejor. Por eso estoy tan contento aquí, tanto a nivel deportivo como personal.

-¿Qué hace desde que se levanta hasta que se acuesta?

-En el día a día mi función principal es el trabajo de cantera, desde el equipo de Segunda B hasta el alevín, aunque el fútbol 7 lo tengo delegado. Y se resume en ver entrenamientos, preparar documentación, empaparme de fútbol en directo y en Wyscout [una plataforma web que permite desde revisar partidos hasta consultar estadísticas al milímetro] para potenciar el filial. Son jornadas muy completas [sonríe] e intensas, de nueve de la mañana a nueve de la noche.

-¿Qué piensa cuando dicen que la del Valladolid es una de las mejores canteras de España?

-Que hemos dado un gran impulso a nivel de resultados, aunque esto no sea lo más importante, pero el club llevaba seis, siete años sin sacar jugadores al primer equipo y este año han subido dos; otro chico, David Mayoral, se ha ido cedido a la UCAM; y la expectativa es que otro par de jugadores del filial también estén cerca del primer equipo al final de esta temporada. Esto es lo que nos da satisfacción, que el Promesas sea capaz de mantenerse en Segunda B y poner a cuatro o cinco en el fútbol profesional. E incluso voy más allá. Firmaría poner a cuatro o cinco chicos en el fútbol profesional aunque descendiésemos, porque ese es realmente el objetivo de los equipos filiales. Pero si aún encima conseguimos que se acompase la formación con la competición, que sea bidireccional, pues perfecto.

«Encontrar el sitio para cada jugador es muy difícil»

No para quieto. Cata dirige la mirada al campo. Está a punto de marcar Higinio, el delantero del Valladolid B. Mackay frena la aproximación. Se disculpa y continúa la conversación.

-¿Hacia dónde ha evolucionado el trabajo en las categorías inferiores?

-El trabajo de cantera tiene tres grandes vías: la captación, que cada vez es más temprana, hace diez o doce años era impensable que para fichar tuvieses como ahora que ir a un alevín o infantil, porque los equipos grandes en cadetes ya tienen salarios como futbolistas de Segunda B y se convierten en inaccesibles para un club como el nuestro; después una buena metodología, porque si captas el talento y lo trabajas, lo potencias... los entrenadores son los que deben dar continuidad al trabajo metodológico que se marca desde las oficinas; y, por último, plantarlo, acelerar procesos o retardarlos, ser capaz de marcar dónde el jugador puede competir para que progrese.

-¿Cuál de estas vías es la más compleja?

-Para mí, esta última. No se trata de poner a un chico de 16 años en el filial y listo. Es un proceso en el que no hay verdades absolutas.

-¿Y qué echa de menos de aquí, de su casa?

-Echo de menos a mis amigos, a mi familia..., pero ahora estoy en Valladolid feliz y trataré de aprovechar esta experiencia al máximo, hasta que dure.