La lápida de Canido que pisan cada día los peatones de Esteiro

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

Fue colocada en la calle Zurbarán hace más de medio siglo

11 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando algunos miran hacia ella, se les viene a la cabeza la escena de la película La Colmena en la que los tertulianos de un café le dan la vuelta a las mesas de mármol del local y se dan cuenta de que, en realidad, están sentados alrededor de una lápida. «Muchos de los mármoles de los veladores han sido lápidas en las sacramentales; en algunos, que todavía guardan letras, un ciego podría leer pasando las yemas de los dedos por debajo de la mesa», escribía Camilo José Cela en la obra original.

Desde la década de los cincuenta, varias lápidas del desaparecido cementerio de Canido sienten cada día las pisadas de los peatones de Esteiro. Esta semana, la más conocida, ubicada en el parque de la parte de atrás de la iglesia de las Angustias, volvió a ser protagonista en uno de los grupos de Facebook en los que se conversa sobre la ciudad.

Pero, ¿cómo llegaron hasta allí? «Cuando fue inaugurado, en 1945, el cementerio de Catabois, parte de las piezas que estaban en el camposanto de Canido fueron trasladadas allí. Sin embargo, las que no fueron identificadas por las familias -algunas databan del siglo XVIII- se utilizaron, entre otras cosas, para la pavimentación de algunas calles», explica el historiador Carlos de Aracil.

«El traslado fue un desastre, prácticamente se perdió todo. Incluso se cuenta que hay huesos enterrados en otros lugares», agrega Juan Burgoa, también historiador. De hecho, otras losas abandonadas también fueron a parar a alguna cafetería. «Lo que relataba la película acabó siendo cierto en algún bar», asegura De Aracil. Una antigua alumna de La Filial -actual IES Canido- recordaba en la red social haber visto en el muro del patio del centro marcas de varias lápidas.

La losa de la foto, la única de la zona cuya inscripción aguanta el paso del tiempo, está situada al borde del paso de peatones de la esquina que forman la calle Zurbarán y la avenida de Esteiro. En ese trozo aún se puede leer «A LA... del se... Dn DOMI... QUE falleció en...». Burgoa aventura que podría ser la lápida del conocido periodista ferrolano Domingo Díaz de Robles, que falleció en 1867 y cuyo paradero se desconoce. No obstante, no existe ninguna prueba de que sea la de él, solamente la coincidencia en las cuatro primeras letras del nombre.

«Esa losa fue un despiste horroroso de los obreros. Fueron tan poco listos que, en vez de ponerla al revés, la pusieron al derecho», lamenta el historiador. Incluso ahora tiene pintada en un extremo la línea amarilla que restringe el aparcamiento, justo al lado de la franja de relieve del paso de peatones. Al ser del mismo tipo de piedra, granito, queda disimulada con las demás losas.

Burgoa, además, encontró en la calle San Francisco -entre el Parador y la iglesia- y en el parque Reina Sofía -en la bajada desde la actual cafetería hasta la salida- marcas de cantero en baldosas, aunque nada tienen que ver con la lápida de Canido que, desde hace más de sesenta años, pisan cada día los vecinos de Esteiro.