El director Alfonso Zurro presenta una versión del clásico de William Shakespeare con ocho premios Lorca
02 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Mañana • Jofre • 20.30 horas • desde 10 euros •
No abundan las oportunidades de poder ver un clásico sobre las tablas del Jofre, así que hay que aprovechar la ocasión en cuanto se presenta. Y más aún cuando se trata de un montaje como el que mañana trae a Ferrol el Teatro Clásico de Sevilla. Nada más y nada menos que el Hamlet de William Shakespeare y en una versión que ha logrado ocho Premios Lorca del teatro andaluz y seis nominaciones a los Max. Un éxito que en gran parte se debe a Alfonso Zurro, responsable de la dirección y dramaturgia.
-Supongo que será todo un reto llevar a escena un clásico como este, que ya ha sido representado tantas y tantas veces a lo largo de la historia.
-Lo es sí, pero yo creo que, cuando un clásico cae en nuestras manos, los creadores no estamos siempre obligados a convertirlo en algo novedoso y radical. Pienso que hay que transmitirlo desde la época en la que estamos, pero sin perder la perspectiva de que es un clásico.
-¿Por qué hay que ver esta obra de Shakespeare?
-En primer lugar, porque Hamlet es la pieza fundamental de la historia del teatro y, aunque sea muy conocida, tampoco hay tantas ocasiones para poder verla representada: en general se ve poco teatro y las oportunidades para ver teatro clásico cada vez son menos, sobre todo en las ciudades medianas o pequeñas. Y en segundo lugar, porque Hamlet es un espejo en el que todos nos podemos ver reflejados. Su personaje habla tanto de nosotros mismos, de las grandezas y miserias del ser humano, que el público nunca se siente indiferente.
-¿Qué tiene de especial el príncipe de Dinamarca que presenta el Teatro Clásico de Sevilla?
-Nosotros incidimos en presentar a Hamlet no como un personaje timorato y dudoso, sino como alguien que duda, sí, pero que duda porque quiere saber la verdad y conocer lo que se le oculta, como nos ocurre a nosotros en la época actual. Hamlet vive en un reino en el que la lucha por el poder lo enturbia todo y muchas de sus frases se podrían aplicar a la sociedad de nuestros días, como, por ejemplo, esa en la que le dice a su madre: ‘en estos tiempos corruptos, la virtud le tiene que pedir perdón al vicio’.
-Además del trabajo de los actores, que es magnífico, la escenografía del montaje ha recibido muchos halagos. ¿Por qué tantos espejos en escena?
-Tanto la escenografía como el vestuario son obra de Curt Allen Willmer, que ha hecho un trabajo extraordinario situando a los personajes en un mundo de espejos donde la imagen se repite y ellos se desdoblan. Eso abre una puerta al imaginario del público muy interesante, que lleva al espectador a escudriñar en su propia conciencia. El vestuario también llama la atención porque los personajes al principio llevan ropa de época, pero poco a poco se van desnudando y al final salen vestidos de forma contemporánea, aunque eso no influye en la visión clásica que se lleva el espectador de la pieza.