Estamos acabando la segunda década del siglo XXI y los chavales atraídos por la danza siguen teniendo que luchar contra muchos estigmas. Eso hoy, así que a nadie se le escapa lo que podría suponer hace treinta años. Pero en una familia de la Caranza de los ochenta y noventa, tres hermanos, dos de ellos chicos, desafiaron a las costumbres y las tradiciones de la época y acabaron mostrando su buen hacer sobre los escenarios integrados en el ballet gallego Rey de Viana.
El mayor, aunque había formado parte desde niño en grupos de baile tradicional en Ferrol, Jaime Pablo Díaz aún era un adolescente cuando se inició en la compañía del coreógrafo ourensano.
Desde principios de los 2000, dirige la suya propia, Nova Galega de Danza, que acaba de presentar en Narón su último espectáculo, Son, en el que han logrado con éxito fusionar la tradición de la música y danza gallegas con la andaluza. El público en pie aplaudiendo sin cesar durante varios minutos en el Pazo de la Cultura es solo un ejemplo del reconocimiento que ha tenido la arriesgada propuesta.
Corren malos tiempos para la cultura -¿cuándo no?- pero Nova Galega de Danza ya prepara actuaciones en países tan distantes como Italia y Perú, después de haber estado en Colombia.
Y mientras los bailarines salen a mostrar su «Son» por el mundo adelante, en Ferrol inexplicablemente llevamos años sin ver una coreografía de su sello. Aunque Jaime siempre afirma que se siente muy querido en su tierra, esta parece que aún no acaba de convencerse del todo de su talento.