Descensos sin vértigo por los buques

FERROL CIUDAD

ARMADA

El rápel ha sido siempre un ejercicio imprescindible en la Armada para el registro de navíos y los rescates en el mar

27 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Dentro de los numerosos ejercicios que están acostumbrados a realizar los marinos en un barco de guerra, el rápel, o descenso con cuerda, ha sido siempre imprescindible en situaciones que de otra manera habrían sido imposibles de salvar. El equipo operativo de seguridad y el trozo de visita y registro se adiestran al menos una vez al mes para este tipo de maniobras en el Cantabria, que en estos momentos se encuentra de misión en el mar Mediterráneo. El personal aprende a montar los elementos necesarios y asimila las diferentes técnicas que, según el presidente del Club Montaña Ferrol, Xan Ramírez, son sencillas, pero muy importantes para evitar accidentes. Al ser una maniobra que a priori parece fácil, asegura que los practicantes se confían a veces demasiado y esto provoca que en montaña sea en esta modalidad en la que se concentra un mayor número de accidentes.

La dotación del buque con base en Ferrol se adiestra para situaciones como el acceso y apertura de contenedores, el acceso a bodegas y el abandono del barco en caso de que sea preciso. El equipo a bordo del Cantabria para estas actuaciones está formado por once marineros y quince miembros de la tripulación, con capacidad de intervenir si hay sospechas de que algún navío en su zona de influencia está transportando carga ilegal en el interior de su casco. El último simulacro de registro realizado por el personal se produjo durante el período de calificación operativa en la bahía de Cádiz, mientras el último real tuvo lugar durante el despliegue, el pasado año, con una flota de la OTAN.

La marinero de la brigada de máquinas María Parodi explica en el diario de a bordo que se trata de un ejercicio «muy demandado», que requiere de mucha concentración, esfuerzo físico, serenidad y adiestramiento. «Se trata de una maniobra rápida y precisa, aunque, eso sí, no es lo mismo bajar una pared del cabo Prioriño que la de un barco, donde el suelo -la cubierta- está mucho más cerca», comenta Ramírez, conocedor de los navíos de guerra por estar empleado en Navantia. La marinero Parodi detalla que antes de lanzarse recibieron una clase teórica básica y consejos de seguridad. A continuación, descendieron por una pared desde una altura de unos cuatro pisos: partieron de la cubierta número cinco, que se encuentra en la superestructura de popa y es la más alta del buque, hasta la cubierta principal.

El presidente del Club Montaña apunta que la modalidad es «tremendamente ágil» y que los especialistas utilizan el freno metálico de la cuerda solo al final, pues van dando saltos para avanzar. Las cuerdas suelen tener un grosor de entre 9 y 11 milímetros. «Aunque muchas personas hayan practicado esta actividad, para mí ha sido una experiencia única al haber tenido la suerte de realizarlo navegando en un buque en medio de la mar», escribe Parodi como conclusión.

Además del descenso desde el punto más alto del barco, también se suelen hacer por el exterior del casco, como alternativa a las escalas gato, y desde los helicópteros, a veces hasta de cuatro en cuatro. El Cantabria lleva a bordo un helicóptero Morsa, perteneciente a la Quinta Escuadrilla de Aeronaves. Recientemente, este aparato llevó a cabo un simulacro de rescate en el mar Mediterráneo que, uno de los nadadores de rescate, Chema Anglada, calificó como «una de las experiencias más bonitas que puede tener una persona en la vida castrense».

El adiestramiento consistió en el rescate de un náufrago. El especialista saltó al agua enganchado a una cuerda desde una altura de unos 15 pies (4,57 m), enganchó el arnés a la persona que pedía auxilio y, en pocos segundos, se le izó hasta el helicóptero. Todo duró apenas cinco minutos.

Por último, en cuanto al físico necesario para los ejercicios de rápel, Xan Ramírez asegura que para el rápel «no hace falta absolutamente ninguna condición especial», al tratarse de la modalidad de montaña «más fácil» y con menos técnica que aplicar. «Lo que más hace falta es la valentía para tirarse, sobre todo, desde la puertecilla de un helicóptero», bromea.

El buque de aprovisionamiento en combate «Cantabria» partió el 4 de octubre del Arsenal ferrolano y, en este momento, ya tiene menos jornadas de despliegue por delante de las que lleva a sus espaldas. El regreso está previsto para mediados del mes de diciembre, probablemente unos días antes de las fechas navideñas. En la actualidad se encuentra operando en aguas cercanas a Siria, donde tiene lugar el ejercicio «Mavi Balina» para el que ha sido encomendado por la OTAN. Después de haber navegado por el Atlántico Norte, lleva más de un mes realizando labores de apoyo logístico en aguas del mar Mediterráneo.