Utopía: luces y sombras

José Luis Tasset TRIBUNA

FERROL CIUDAD

19 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Se cumplen 500 años de la publicación de uno de los libros más influyentes de todos los tiempos, un auténtico best-seller del año 1516, la Utopía de Tomás Moro (1478-1535). Moro es el Santo Patrón de los políticos…de los buenos y de los malos… de todos. Y es justo que sea así porque lo primero que un lector capta en esta obra es su profunda ambigüedad moral. En la primera parte de Utopía nos cuenta Moro cómo era la vida en la Inglaterra de su época: dura, desalmada con los pobres, cuasi esclavos; basada en una desigualdad extrema. No hay tapujos en su descripción: «lobos comiéndose a las pobres ovejas», como fue antes de él y como seguirá siendo siempre. En la segunda parte, un supuesto viajero narra cómo se vive en una isla remota llamada Utopía. Moro, con maestría literaria inigualable, nos relata cómo podría ser la vida de los humanos cuando es igualitaria, estimulante, compleja, en suma, cuando es justa. Desde entonces, la fórmula conceptual de Utopía se ha repetido una y otra vez: la realidad contra el deseo, la conformidad contra la protesta, la miseria cotidiana contra el cielo pendiente de ser tomado, o asaltado.

Por un lado, la utopía de una sociedad justa funciona como ideal de la razón. Los seres humanos no podemos vivir sin ideales a los que tender. Pero, la Utopía de Moro tiene también un lado oscuro, oculto, enmascarado. En ningún lugar traza Moro el camino para llegar a Utopía. El paraíso existe, pero no se nos dice cómo conquistarlo. No basta en suma con describir un paraíso ético y político y prometer «el asalto a los cielos», sino que también hay que historiar el duro camino, lleno de sacrificios, que nos habrá de conducir a todos aunque sea hasta una modesta y escueta micro-utopía, cotidiana, de menor rango, probablemente más imperfecta y menos atractiva, pero seguramente mucho más accesible y en el fondo más justa por real que el más perfecto de los ideales.

¿Estará ese lugar en nuestra ciudad, en una ciudad pequeña pero habitable y humanamente accesible, como Ferrol? ¿Serán las aguas que rodeaban a Utopía las del Golfo Ártabro? Todo dependerá de nuestra virtud individual y colectiva. Pero quizás todavía no merezcamos la Utopía. Aun así, seguimos soñando quinientos años después con sus luces y sus sombras.