Las estatuas bien, gracias

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL CIUDAD

29 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos días los inquilinos del castillo de los pirulitos están de inventario, de balance anual. Todos hacen las declaraciones previstas, las que están escritas por sus guionistas, las que todo el mundo ya sabía. Los políticos de la oposición dicen que la ciudad está paralizada, que el gobierno municipal no hizo nada, que está agotado de tanto discutir entre sus socios y que lo peor es que no tiene proyecto de futuro. Los políticos gobernantes, cuando no se tiran los trastos unos a otros, dicen que sí, que se sentaron las bases para avanzar muy rápidamente en los tres años que quedan, que se hicieron muchas cosas y que están orgullosos del trabajo de un montón de concejalías. Eso sí, sin presupuestos, pero igualmente satisfechos. Lo dicho, lo esperado, nada nuevo. Y entonces, ¿por qué hablan? Porque toca. Es como una tradición, como un juego de encaje de las mismas respuestas a diferentes preguntas. Luis Pousa, el matemático escritor, cuenta que en sus primeros tiempos como reportero periodista le mandaron salir a la calle a entrevistar a las estatuas. Luis Pousa, que además de escribir como los ángeles y describir los rincones de las ciudades como nadie en el mundo, muy solícito y dispuesto preguntó: ¿llevo grabadora? Yo estoy por hacer lo mismo que Pousa con las estatuas de Ferrol. Entrevistaría a don Casto Méndez Núñez en la plaza del Callao, a ver qué opinión tiene del hundimiento de los adoquines cada pocos años; él, que prefirió hundir los barcos en la batalla del Callao antes que verlos sin honra. Le preguntaría a Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, qué opinión tiene de la transformación del jardín de San Francisco en un bosque inanimado, un bosque de postes, cristales y farolas industriales sin el mínimo atisbo de vida humana ni vegetal por allí cerca.

Entrevistaría al rey Juan Carlos, el emérito, y le preguntaría sobre si pasó miedo ante el rumor insistente de que iban a tirar el palacio municipal. Seguro que el monarca mira de reojo al alcalde Suárez y piensa que cómo no pudo retirar su busto de la fachada pues se habrá empeñado en tirar el edificio entero, que ya se sabe que a los políticos cuando se les mete una idea entre ceja y ceja son capaces de hacer cualquier cosa. Ahí tenemos el caso de Fraga con la Ciudad de la Cultura, de Paco Vázquez con el puerto exterior (de Arteixo) o de Caballero con su manía de plantar barcos en las rotondas. Definitivamente tengo que tomar el ejemplo de Luis Pousa, con grabadora o sin ella. De las opiniones de las estatuas podré hacer una estadística y seguro que me dará para compartir otro guarisnai con ustedes. De las opiniones de los políticos no soy capaz de deducir nada nuevo. La ciudad sigue igual. Ellos, también.