Abrir la ciudad

Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

FERROL CIUDAD

29 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

L os aspirantes a representantes de lo público, cuando se acercan las elecciones, nos machacan con sus programas y una de sus prioridades es abrir la ciudad al mar. Ahí está el murallón, más blanco que nunca. Es el principal obstáculo, y se había ofrecido ser sustituido por una verja de seguridad para que no siga privándonos de ver las espléndidas edificaciones, y el mar, desde el mismo centro de la ciudad. Y para más inri, el puerto lo han cerrado con un alambrón -que vendría bien para el nuevo murallón- para no dejar que la gente se acerque a aquella orilla, unos a pasear con las olas y otros a pescar preciosos ejemplares de panchos, fanecas y otros animales acuáticos. Ferrol es una ciudad segura. Así lo demuestran datos oficiales, y por ello no tiene explicación que no se retiren sus puertas al mar. Cuando fui presidente de la corporación quisimos solventar esta deuda con la ciudad, y lo conseguimos en parte. Fue una breve negociación con el Ministerio de Defensa, y se cambió el muro del astillero por una verja. Y posteriormente se derribó otro pedazo en el Cantón, y quedó de un raquitismo inquietante, pues dejaron un resto que sirve de aguafiestas a un proyecto que ya no tuvo continuidad. Y en cuanto al puerto civil, reconozcamos que todas sus autoridades dejaron allí su impronta, desde el que ordenó poner aquella alambrada a la que le faltan las concertinas hasta el que dio vista a Curuxeiras, con el arco de entrada principal. Y claro está, sin olvidar el puerto exterior, al que se llegó después de superar la tradicional dificultad de los ferrolanos con la orografía. Pero el puerto viejo renunció al florecimiento de la vida de las personas a lado del mar, y nos acaban de poner más restricciones al paseo frente a la lonja. Y para los que quieren pescar, los peces beben en el río. También se está haciendo una nueva reubicación de pantalanes, tanto para las embarcaciones menores como para las deportivas, y ambas sujetas a un sustancial aumento. Pero en su debe seguirá la demanda social del acceso, hasta que una Autoridad Portuaria ordene a una brigada de albañiles que retire las vallas que separan a los ciudadanos del mar. Entonces lo celebraremos. Y por el otro lado, mientras la Xunta va horneando a fuego lento sus compromisos con Ferrol Viejo, las luchas callejeras se celebran entre las ruinas de fachada y fachada para dar más ambiente a donde acuden renuentes, a coger una trompa, que allí no está mal visto. Y todo esto es hacer una ciudad desensamblada y jugar por unos y otros a conquistarla, olvidando unos lo que prometen, mientras otros siguen en la hora del vermú.