Ellos sí que son emprendedores. Unos visionarios que donde hay ruinas ven posibilidad de confort y que se ponen el mundo por montera teniéndolo prácticamente en contra. Que hacen de la adversidad una oportunidad y de paso nos dan una lección. Impresionan esas fotos de jóvenes ferrolanos que posan en sus pisos desvencijados en pleno corazón de A Magdalena, que no piden nada, que muestran una gran sonrisa ante el que posiblemente puede ser uno de los principales proyectos de sus vidas. Depositan gran parte de nuestras esperanzas en la revitalización del casco histórico de A Magdalena, porque se han lanzado a la compra de pisos viejos para su rehabilitación a pesar de que saben que si se hubieran decantado por otros barrios podrían contar con más comodidades.
¿Qué no van a tener plaza de garaje en los bajos de sus inmuebles? Pues tan tranquilos, porque para qué quieren el coche si pueden moverse caminando en una ciudad pequeña como es Ferrol. ¿Que el inmueble no tiene ascensor o está en un grado tan deteriorado que parece el escenario perfecto para una película de terror? También de eso sacan ventajas: el precio, en primer lugar, que se encuentra por los suelos tras casi nueve años de crisis económica, y en otros casos, por las posibilidades de unas vistas que son privilegiadas en algunas calles del corazón de A Magdalena.
La despoblación es el principal problema de Ferrol, que no ha tenido la atención necesaria por parte de las administraciones. Una vez más es la sociedad la que toma la delantera. Esos jóvenes que tan difícil lo tienen a veces en una ciudad como la nuestra.