Solo los mayores son capaces de citar algunos de los ocho espacios en los que vieron películas
04 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.En menos de medio siglo Ferrol y la comarca ha perdido más de 70 salas de cine, cerca de diez estaban en la ciudad y de algunas no queda ni el recuerdo, porque hasta se han borrado de la memoria popular. Y eso que algunos de los edificios que albergaban estas salas forman parte del patrimonio histórico de la ciudad. Es el caso del teatro Renacimiento, que hace solo seis años se salvó del derribo gracias a una sentencia de un juez ferrolano. El fallo no ha sido suficiente para que se ponga fin al deterioro que sufre este inmueble de la calle Sol, que se construyó en los años 20 y que proyectó su última película en 1989. A partir de ese año ha sufrido numerosos incendios.
Irene Martínez llegó a Ferrol hace 25 años y recuerda perfectamente esta sala, aunque su favorita era la Azul: «Cuando vine a vivir aquí ya estaba viuda y pasaba el tiempo libre en los cines, pude ver películas maravillosas», cuenta casi emocionada. En los últimos años ha ido a salas modernas, pero reconoce que no tienen el mismo encanto. «El cine Azul era espacioso, tenía muy buenos servicios y por eso iba mucha gente, yo recuerdo que iba con un matrimonio amigo», rememora esta octogenaria.
José Martínez es más joven que Irene y asegura que su favorito era el Jofre. Le encantaba ir a ver películas -de vaqueros, la mayoría-, pero sobre todo recuerda las grandes actuaciones que pudo presenciar en esta sala: «Vinieron los mejores, de Juanito Valderrama a Rafael», precisa este vecino de A Magdalena.
No pocos vecinos del centro echan de menos estos espacios, aunque reconocen que hace treinta años eran su única forma de diversión y que ahora tendrían mucha más competencia. «No me imagino en el cine tantos días como antes, pero es que no teníamos televisión, era mi único plan con mi novio, recuerdo las películas de Cantinflas en el Cinema, que es ahora Sargadelos y que debería tener una placa o algo para recordarlo», cuenta María, que ya no vive en el centro, pero que viene cada tarde a tomar café con amigas.
Dolores es otra de las que cita a esta sala como su favorita, aunque también menciona otra de la que ya no recuerda el nombre en el entorno de la plaza de España. «El que estaba al lado del lugar en el que hoy está el Corte Inglés era un auténtico gallinero, pero era toda una diversión ir allí. Veías a mucha gente, pero también era lo que teníamos para divertirnos», cuenta una jubilada que se lamenta de no recordar el nombre de las otras ocho salas que tuvo la ciudad.