Caridad Pérez y Elisa Abruñedo

Andrés Vellón Graña
Andrés Vellón CRÓNICA CIUDADANA

FERROL CIUDAD

14 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace escasas fechas, estas mismas líneas se hacían eco del pánico que se había instalado en O Couto al no haberse dado con el asesino de Caridad Pérez. Se pedía que la labor policial culminase y lo hicese con eficacia. Y así ha sido. Al final, el marido de la víctima es el presunto responsable de unos hechos tan macabros. El trabajo de los investigadores -pocos crímenes quedan impunes- ha dado sus frutos y ahora le tocará hablar a la justicia. ¿Por qué se ha tardado lo que se ha tardado? Por fortuna, en este país hay que andarse con cuidado antes de imputarle un delito a alguien. Y los hechos nos demuestran que las pesquisas, aunque puedan parecer en un callejón sin salida, en la mayoría de las ocasiones no lo están. Ante un suceso de estas características solo se puede esperar eso, que se encuentre al culpable y que, cuando se comprueben todos los hechos, se le aplique la pena oportuna.

A mucha gente, por desgracia, se le ha venido a la cabeza el caso de Elisa Abruñedo, asesinada en Cabanas, el 1 de septiembre del 2013. Porque, aquí sí hay que decirlo, sigue sin saberse, después de tanto tiempo, quién o quiénes fueron los responsables de su asesinato. De quién fue la mano que impidió que regresase de su paseo. Que no quede este nombre nunca en el olvido. Que no ceje el empeño ni la investigación. Que se apliquen los medios oportunos para, de nuevo, conseguir el objetivo: justicia.

Justicia para Caridad Pérez. Justicia para Elisa Abruñedo. Y justicia para todas las víctimas de la violencia de género. Esa lacra que el sentido común no es capaz de explicar. Ese tumor maligno que hay que ser capaces de extirpar de una vez por todas. ¿Cómo hacerlo? Empecemos por no ser nunca cómplices silenciosos. No giremos la cabeza para otro lado. No hagamos que no oímos gritos. Denunciemos. Solo de ese modo y a base de educación en igualdad -una asignatura que todavía está pendiente- podremos, siempre de la mano de las autoridades y la justicia, acabar con ese nauseabundo monstruo del maltrato.

Es complejo tratar otros temas en esta crónica ciudadana cuando la pérdida de vidas humanas ocupa la actualidad. Difícil porque la calle demanda lo que ya se ha pedido, freno y justicia para la lacra. Y difícil también porque convierte en nimiedades tantas otras cuestiones cotidianas que tan sencillas son de resolver si hubiese ganas e intención.

Estamos arrancando este 2016. Quitándole las primeras hojas del calendario. Si llegásemos a la última sin tener que lamentar de nuevo capítulos tan negros como el que marca hoy el día habríamos logrado el mayor de los avances.