El milagro de Xosé Chao Rego: Ferrol y la libertad

Ramón Loureiro Calvo
rAMÓN loureiro FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Chao Rego, homenajeado en Santa Mariña en el 2011.
Chao Rego, homenajeado en Santa Mariña en el 2011. ángel manso< / span>

Teólogo y escritor, desde Santa Mariña tuvo un papel decisivo en la transformación de Galicia y de la Iglesia

01 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A los dos templos de Santa Mariña, a los que guardan dentro de sí para siempre la memoria de Chao Rego, solo los separan unos pasos. El transcurrir del tiempo, siempre tan irremediable como imprevisible, ha querido que la capilla medieval (bueno, medieval es su fachada, probablemente la construcción más antigua del municipio; lo demás es fruto de una reedificación) sea hoy el único de ellos que tiene culto, a pesar de haber sufrido un incendio.

En cambio, la conocida como la iglesia nueva, la que se alzó en los años cincuenta y tiene obras de Collado y de Segura Torrella, está cerrada, muy posiblemente de forma irremediable, debido a la aluminosis que padece.

De la Terra Chá

Para la historia, esas son las dos «igrexas de Chao Rego», como todo el mundo sabe. Pero la memoria del escritor y teólogo nacido en Vilalba permanecerá unida a ese lugar para siempre por razones que son inmensamente más sólidas que cualquier construcción humana. Santa Mariña, y por lo tanto Ferrol, fue, gracias a Chao, una referencia para Galicia entera durante los 17 años que él permaneció allí como párroco, entre 1959 y 1976. Y no solo para Galicia. Chao Rego convirtió Santa Mariña do Vilar en un verdadero lugar de peregrinación (también laica) para quienes demandaban la renovación eclesial, para quienes luchaban contra el franquismo, para quienes querían sacar a la luz lo mejor de la cultura gallega y, en general, para cuantos amaban la libertad. Su huella, la de Chao, será imborrable. Y tras su fallecimiento el pasado sábado, ese enclave ferrolano, el de las dos iglesias, será -ya lo es, de hecho- un verdadero símbolo, además del escenario de un milagro. Porque siempre es un milagro lograr transformar para bien la realidad.

O Sino, se llama ese lugar, en honor a sus campanas. No podría haber tenido, tras el paso de Chao Rego, un nombre mejor.