Con la maleta para buscar empleo

Beatriz García Couce
Beatriz Couce FERROL

FERROL CIUDAD

Jóvenes de la zona se lanzan al extranjero a por el trabajo que les falta aquí

15 nov 2015 . Actualizado a las 08:52 h.

La búsqueda de un futuro laboral que no tenían en un país con un mercado de trabajo estrangulado tras siete años de crisis económica y el objetivo de aprender inglés para mejorar su currículo son dos de los poderosos motivos que cada año dan el empujón definitivo a decenas de personas de la comarca a abandonar su zona de confort, dejar su familia atrás y desplazarse a miles de kilómetros de sus casas. Pagan un alto precio por estar lejos de los suyos, fregando platos mientras guardan en un cajón sus títulos universitarios y viviendo en medio de una cultura diferente, pero acaban por encontrar lo que no les ofrece su tierra. Y sacan de positivo cientos de experiencias y frecuentemente el reconocimiento profesional que buscaban. Mientras el censo de las tres comarcas adelgaza a golpe de subir sus maletas a un avión -solo en los últimos cuatro años unos 2.200 vecinos de la zona se han ido a vivir al extranjero- la población ferrolana envejece, aunque la mayoría tiene claro el regreso. Estas son algunas de sus historias.

La veterana

Saioa Aldecoa. «Me vine porque había hecho Filología Inglesa y quería practicar el idioma, pero como encontré trabajo al día siguiente de llegar, ya me quedé». Han trancurrido 16 años y esta ferrolana, que ya está completamente asentada en Londres, contagia optimismo al narrar su experiencia en el país, que le ofreció una oportunidad laboral como profesora y en el que ya ha fundado una familia, agrandada con sus pequeñas de 15 y 3 meses. Aunque recuerda que los comienzos fueron «durísimos», su capacidad de adaptación le permitió no solo ir escalando profesionalmente en el colegio, sino disfrutar de todo lo que le ofrece su país de acogida. Como otros de sus paisanos, al llegar trabajó tres meses en un restaurante, pero en seguida obtuvo la oportunidad de dedicarse a su profesión. Reconoce que echa «mucho de menos Ferrol y su familia», aunque visita con frecuencia su «terriña», pero no duda en decir que «hay que estar en el sitio en el que te dan trabajo» y Londres es la ciudad que siempre le ha brindado esa opción. «Aquí por ser extranjero nunca te cierran puertas», subraya, y recomienda a los que llegan «que tengan la mente abierta y que hagan lo mismo que harían en Ferrol, que aprovechen para ver sitios y conocer gente».

Al pueblo de Shakespeare

Miguel Antón Barro. «Empleas los conocimientos que has estudiado, con un trabajo que te permite vivir independiente, aprendes un idioma y vives una experiencia en la que tienes que sacarte tú solo las castañas del fuego, madurando aquí en un año lo que en casa tardaría seis o siete». Es el balance de la experiencia de este joven fenés en Inglaterra, pero hasta llegar aquí tuvo que sortear distintos escollos de su camino laboral. Terminó sus estudios de Ingeniería Industrial en septiembre del 2012 pero después de nueve meses de búsqueda de empleo en el que solo le ofrecían becas con retribuciones mínimas y tras salir de una entrevista de trabajo indignante, decidió marcharse a probar suerte al mismo tiempo que mejorar su inglés. Se decidió por un pueblo, Guildford, con buenas tasas de empleo, en donde trabajó durante siete meses en un restaurante italiano. En febrero del 2014 comenzó a compaginar este puesto con un trabajo de calculista para una empresa alemana en la que intentó crecer profesionalmente, sin éxito. Stratford Upon Avon, el pueblo en donde nació Shakespeare, encerraría, el pasado mayo, la oportunidad de aplicar sus estudios, en donde trabaja como ingeniero eléctrico. Admite que su objetivo final es volver a casa, pero ve complicado el regreso antes de cinco años, por las dificultades laborales que hay en la comarca.

A las antípodas

Gabriel Fernández. La falta de perspectivas laborales fue lo que llevó al ferrolano Gabriel Fernández a subir a un avión rumbo a Sídney al terminar sus estudios de Sociología. En una ciudad muy cara para vivir y sin dominio del inglés, el aprendizaje del idioma fue su primera tarea, aunque rápidamente se puso a trabajar como fregaplatos en un restaurante. Boom Beach fue, después de siete meses, su siguiente destino, pero «no veía la opción de salir de fregaplatos», aunque a través de una gallega que conoció en la zona le llegó la oportunidad de realizar una sustitución en un colegio. «Estoy de controlador con los niños cuando acaban el cole, hago los trabajos con ellos y les doy la comida», explica. Ahora también compagina este empleo con un puesto de recogevasos en una discoteca, y después de la dureza de la experiencia de los primeros tiempos, Gabriel afirma que «la situación mejoró mucho». Amante del surf, se permite coger unas olas antes de ir al colegio y acaba de comprarse un coche con un amigo, con el que piensa empezar a conocer Australia. Ya ha vuelto de vacaciones a casa -«echaba mucho de menos España, sobre todo a mi padre», admite- y aunque aún no ha decidido por completo su futuro laboral, es consciente de las dificultades que encontraría para lograr un empleo en España, por lo que exprime todo lo bueno que le ofrece el país.

Segundo destino fuera

Manuel Carreiras. Ligado a la villa pontesa, Manuel Carreiras está atravesando su segunda experiencia laboral en el extranjero. En su caso, no por propia voluntad, sino porque su empresa, Montajes Mecánicos y Puesta en Marcha (MMYPEM), especializada en el arranque de centrales eléctricas y ciclos combinados, lo ha destinado a Sudáfrica. Con anterioridad estuvo 21 meses en Alemania y ahora cumple el primero de los tres que estará en el país africano en los inicios de una central termoeléctrica. «Te acostumbras a este tipo de vida, vas haciendo amistades, aunque nuestro trabajo exige muchas horas», pero admite que a miles de kilómetros «echas de menos cosas que antes no valorabas, como tomar una cerveza en el bar de abajo de casa».