«He visto pasar a diez alcaldes»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

JOSÉ PARDO

Tras 30 años como maestro de ceremonias en el Concello Manuel Sánchez Hermida atesora muchas anécdotas

21 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Sánchez Hermida lleva cuatro décadas trabajando en el Ayuntamiento y treinta años organizando la alcaldía y todo aquello que tenga que ver con protocolo. Ha visto como diez alcaldes cogían el bastón de mando con alegría; como lo perdían inesperadamente por dos mociones de censura y, sobre todo, ha gestionado muchos cambios de despachos. El pasado viernes ultimaba el último: una sala de reuniones que acogerá el centro de operaciones de Beatriz Sestayo. Manuel comenta todo sin atisbo de estrés: «He visto pasar a diez alcaldes, traen cambios, pero tampoco gran cosa», dice mientras en los pasillos se oye un trasiego de pintores y los conserjes muestran signos de agobio.

Él parece el único que no acusa el trajín: «Todo ha ido muy bien, Jorge Suárez, el nuevo alcalde tiene la virtud de que sabe escuchar y es el que más madruga: a las ocho ya está en el Ayuntamiento con la prensa leída. Como la mayoría de los funcionarios llega a las 8.30, pues ya se puede empezar a trabajar». Estos nervios de acero son fruto de una herencia que para este ferrolano es su gran tesoro: «Yo siempre tengo presente que soy el nieto del zoqueiro de Pantín y el hijo de un magnífico profesional de obras. De ambos aprendí la prudencia, la tolerancia y el amor por lo bien hecho. Esto ha sido un tesoro que me ha servicio para mi vida profesional y privada».

De acuerdo con este saber estar Manuel tiene una norma: solo cuenta anécdotas -y tiene una larga lista- de los avatares del Concello una vez que los protagonistas se van de la lengua en público. Por eso relata que en una ocasión el regidor Manuel Couce pidió que se le pusiese al teléfono a Fraga, el presidente de la asociación de vecinos de Doniños, pero su secretaria fue tan eficiente como para ponerle al aparato a Manuel Fraga, el presidente de la Xunta: «Fue una conversación muy cómica», rememora entre risas.

En un par de años cuenta con jubilarse y puede que entonces dé rienda suelta a una de sus aficiones: escribir. Tendría mucha materia solo con la mitad de lo que ha vivido en el Concello. Los grandes actos no son sus favoritos: «Es cierto que la visita de ministros o presidentes da más trabajo, pero son más emotivas otras como el hermanamiento con Vila do Conde» ¿Por qué? «Porque yo creo que la mía debe ser una labor callada y leal». Y por mucho que se le recuerden episodios complicados, Manuel replica con una sonrisa, tal vez porque tiene muy presente algo que dice Eduardo Mendoza, su escritor favorito: «Un problema que no tiene solución deja de serlo».

¿Cómo me veo?

«Cuando me miro al espejo veo al nieto del zoqueiro de Pantín y al hijo de un magnífico profesional de obras. De ambos aprendí la prudencia, la tolerancia y el amor por lo bien hecho. Veo que he sido una persona que ha tenido la suerte de recibir este tesoro que me ha servido para la vida profesional y también mucho para la privada»