El Naval duplicó las sesiones de la cámara hiperbárica desde el 2008

B. Antón FERROL

FERROL CIUDAD

Un grupo de pacientes dentro de la cámara hiperbárica
Un grupo de pacientes dentro de la cámara hiperbárica ANGEL MANSO

En la actualidad, el servicio atiende a pacientes de Galicia, León y Asturias

15 jun 2015 . Actualizado a las 15:25 h.

«La verdad es que ahí dentro se pasa un poco de calor, pero en general se lleva bien», dice con una sonrisa Manuel Salgado, un naronés de 52 años afectado por hidrosadenites -una enfermedad inflamatoria crónica- que espera su turno a las puertas de la cámara hiperbárica del Hospital Naval. Como Manuel, otros muchos pacientes de la comarca, de toda Galicia y hasta de León y Asturias se benefician de este servicio señero del centro sanitario ferrolano, que en los últimos años ha visto aumentar su actividad como consecuencia de la integración del Naval en el Sergas y el incremento de las patologías para las que está indicado.

Los datos concretos los aporta el doctor Miguel Rial Otero, jefe del Servicio de Medicina Hiperbárica desde su creación, en el año 1982. «En estos momentos estamos viendo a más de 30 pacientes diarios, mientras que antes del 2008, cuando el Naval se incorporó al Sergas, pasaban por aquí unos 18 pacientes al día», apunta el facultativo.

Otras estadísticas de la cámara hiperbárica también reflejan ese aumento de la actividad. Si el pasado mes de abril se realizaron un total de 464 sesiones -que beneficiaron a 241 pacientes-, en ese mismo mes del año 2006 se contabilizaron 234 sesiones, lo que supone un incremento de casi el 100 %.

En las instalaciones que dirige Rial se aplica la denominada oxigenoterapia hiperbárica, que es un tipo de tratamiento en el que el paciente se introduce en una cámara que se presuriza con aire comprimido, respirando así oxígeno a una presión superior a la atmosférica, lo que tiene efectos beneficiosos para mejorar patologías con tejidos afectados, como es el caso del pie diabético, úlceras que tardan en cicatrizar, gangrena o lesiones radioinducidas, es decir, aquellas provocadas por las sesiones de radioterapia en los enfermos de cáncer. Lo que se produce es una simulación, situando al paciente como si estuviera a 15 metros bajo el agua.

Mientras al principio de su puesta en marcha en la cámara se trataba, sobre todo, la llamada enfermedad descomprensiva -que sufren los buceadores que suben demasiado rápido a la superficie-, en los últimos años se han disparado las lesiones radioinducidas, que suponen casi el 50 % de las sesiones totales que se realizan.