País despoblado

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

FERROL CIUDAD

27 feb 2015 . Actualizado a las 11:02 h.

Galicia vive en la tormenta demográfica perfecta. La pirámide es cada vez más estrecha en la base (menores de cuatro años) y más abultada por la cúspide (mayores de 65). La figura es bien elocuente: una especie de frágil jarrón etrusco en el que el pie no es capaz de soportar semejante copa. Insostenible. Una sangría que comenzó hace décadas, pero que la crisis se ha encargado de amplificar, con la pérdida de más de cinco mil niños en cuatro años, según las estimaciones del Instituto Galego de Estatística.

Ya en los tiempos en los que Fraga hacía bromas sobre lo que la Administración podía y no podía hacer para fomentar la natalidad («no me pidan que meta a un hombre y a una mujer en la cama y les diga lo que tienen que hacer»), el declive demográfico era un problema crucial para toda Galicia. Lo era entonces de forma especial para la zona rural del interior, que se quedaba vacía en beneficio de las ciudades del eje atlántico y de Ourense. Pero el problema continúa y aumenta a pasos de gigante en algunas áreas urbanas que iban a ser receptoras de población en la nueva distribución de la geografía humana de Galicia.

El caso más grave en la hemorragia de población es el de Ferrol, que ha perdido desde el año 81 cerca de 22.000 habitantes. La última estimación de Estatística sitúa a la urbe con menos de 70.000 habitantes y ya no se compensa con el crecimiento del concello vecino, Narón, que rondando los 40.000 vecinos es la octava ciudad de Galicia. Bromas como la de la vigilancia de la actividad conyugal aparte, va quedando claro que los incentivos (fiscales, buenos servicios, política de vivienda) ayudan, pero solo hay uno que es definitivo. Si no hay trabajo no hay repunte. Ni país.