«Atropellar a la persona con la que me llevaba mal fue una lotería»

a. mahía rilo A CORUÑA / LA VOZ

CEDEIRA

IAGO GARCÍA / LOIS BALADO / SENÉN ROUCO

El cedeirés acusado de arrollar a un vecino se dirigió al jurado antes de que se encerrara a deliberar para decir que la víctima también podía haber sido un familiar

30 mar 2017 . Actualizado a las 15:51 h.

Terminó el juicio. Ahora queda esperar a que los miembros del jurado popular emitan su veredicto. Lo podrán tener hoy mismo o, como muy tarde, mañana. Con lo visto y oído durante las siete sesiones celebradas en la Audiencia Provincial de A Coruña deberán dictaminar si Maximino Caruncho es inocente, culpable de asesinato o autor de un delito de homicidio por imprudencia grave, castigado con una pena de uno a cuatro años de cárcel. El fiscal insistió en que el acusado debe ser condenado a 21 años de cárcel, mientras que la acusación particular, ejercida por Gutiérrez Aranguren, eleva la pena a 24. Pero si el jurado entiende que el acusado no mató a la víctima deliberadamente, solicitó que se le castigue por homicidio imprudente.

El constructor cedeirés se hizo ayer uso de la palabra antes de que el jurado popular se encerrara a deliberar. Maximino Caruncho quiso que los miembros del tribunal tuvieran presente que no se presentó ni una sola prueba en el juicio que invite a pensar que actuó con premeditación o intencionalidad. Les dijo también que haber atropellado a la persona con la que tenía una larga enemistad no fue más que una casualidad, «una lotería». Por la misma razón, «la víctima podría haber sido incluso un familiar mío». Quiso además dejar claro que lamenta profundamente la muerte de García Cheda y expresó su disconformidad con el hecho de que el seguro todavía no hubiese indemnizado a su familia.

Su defensa, ejercida por el penalista Manuel Arias, recordó al jurado que su cliente fue enviado a prisión preventiva al día siguiente del accidente -ocurrió el 10 de agosto del 2012- «sin una sola prueba, solo por estar enemistado con la víctima». Cinco años después de aquello, «sigue sin presentarse evidencia alguna de culpabilidad». Habló de la «mala» investigación de la Guardia Civil, cuyos agentes, en el juicio, tuvieron que reconocer que «no hay ninguna prueba física que indique que hubo intencionalidad en el atropello». Que era lo que siempre sostuvo la policía local de Cedeira. Por si fuera poco, los dos testigos que estaban en la zona en el momento del accidente aseguraron que el procesado dio un volantazo hacia el mar para evitar el accidente.

Pero para el fiscal, como para la acusación particular, esa ausencia de prueba palmaria no impide condenarlo por asesinato. Para ellos, Maximino Caruncho se levantó aquella mañana con la intención de acabar con la vida de Juan José García Cheda, de 76 años. Para ello, lo esperó en su coche y cuando lo vio caminar pegado a la acera, aceleró, varió su trayectoria y lo arrolló por la espalda, falleciendo en el acto.

El jurado deberá decidir si fue una pura casualidad que atropellase al hombre que lo había denunciado 80 veces, o fue un accidente premeditado.