«No quiero volver con ellos porque me da miedo que vuelvan a hacerlo»

CEDEIRA

Los acusados, la madre de la menor y su novio, en la vista oral.
Los acusados, la madre de la menor y su novio, en la vista oral. n. s.< / span>

Arranca el juicio por presunto maltrato continuado a una niña en Cedeira

26 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Le pedía perdón porque quería que parara». Esta es una de las desgarradoras declaraciones que ayer realizó una niña de ocho años ante el Juzgado de lo Penal número 2. Con estas palabras se refería a la pareja de su madre, M. M. G., a quien acusa firmemente de haberle golpeado, mordido y quemado con mecheros encendidos. Tanto él como su madre, A. P. M., a quien responsabiliza de no poner freno a las agresiones, se encuentran en prisión.

Ambos salieron ayer de la cárcel para comparecer como acusados de un presunto delito de maltrato habitual en el ámbito doméstico, uno de lesiones y otro de lesiones menos graves. Todos ellos agravados por haberse perpetrado en el interior del domicilio. Por los dos primeros el fiscal pide una pena de cinco años de cárcel mientras que por el último pide uno, lo que suma un total de once años de prisión para cada acusado.

Entre mordiscos y quemaduras

Y es que en su escrito de acusación, el Ministerio Fiscal señala que la expareja convivía en un domicilio situado en el municipio de Cedeira. Allí fue donde, según el mismo documento, desde el mismo comienzo de la convivencia, los acusados sometieron a un auténtico infierno a la menor «pese a su corta edad» con constantes agresiones físicas y verbales en las que le decían que era mala o que no la querían. Su día a día, dice el Ministerio Fiscal, transcurría entre puñetazos, tirones de pelo, mordiscos o quemaduras con mecheros en diversas partes del cuerpo. Los castigos, desproporcionados, consistían en ducharla con agua fría, mantenerla de rodillas en el suelo y hacer que aguantase objetos con los brazos en cruz. «No quiero volver con ellos porque me da miedo que vuelvan a hacerlo», indicó la pequeña.

«La mayor parte de las agresiones físicas fueron perpetradas por el acusado, pero siempre con el conocimiento y consentimiento de la acusada la cual, además de golpear en ciertas ocasiones a su hija, presenciaba y aceptaba cómo lo hacía su pareja sin mostrar oposición de ninguna clase», alega el fiscal. En concreto narra cómo entre el 10 y el 11 de noviembre, el novio de su madre le llegó a golpear con tal violencia que, además de morderle y de quemarle las nalgas con un mechero, le fracturó el cúbito de su brazo izquierdo. Tras la agresión, la madre ocultó la verdadera razón de las lesiones a los profesores de la menor.

Comiendo su propio vómito

El día 25, el acusado obligó a la niña a que se comiese la comida que había vomitado mordiéndole y quemándole de nuevo. Después se fue de casa, por lo que la madre riñó a la pequeña. Fue al día siguiente cuando la Guardia Civil detuvo a la expareja tras ser alertada por el colegio de la niña, que se lo contó todo a su tutora y habló además con el profesor de Educación Física y el médico. Hasta entonces lo había ocultado esgrimiendo las excusas que le ordenaban contar sus agresores. La profesora fue rotunda. Contó que, además de los hematomas, le vio una pierna «mordida de arriba abajo», e indicó que ya venía sospechando que había maltrato hasta que logró que la niña hablase. Por su parte, el novio de su madre lo niega todo. Mantiene que nunca le puso la mano encima, y asegura que de lunes a viernes trabajaba todo el día y que apenas tenía contacto con la menor. Por el contrario, la madre dice que su ex no trabajaba y que se pasaba el día en casa.

Asegura que nunca vio a él pegando a la niña, hasta la última agresión en que la emprendió contra las dos. Sostiene que a ella sí la agredía, y que por miedo no lo denunció, por lo que llevó al colegio a la niña para que fuese el centro quien lo hiciese aún sabiendo a lo que se estaba exponiendo. Eso fue exactamente lo que ocurrió, aunque la tutora de la menor no se cree esta versión en absoluto e insiste en que la intención de ambos era ocultar el maltrato. El testimonio de la pequeña desmonta el de los acusados y coincide punto por punto con la del fiscal. «Manuel está en la cárcel», dijo la niña. «¿Entonces, estás tranquila?», le preguntaron. Su respuesta lo dice todo: «sí». La vista continuará en abril.