Fabricar la verdad

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

30 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A medida que la sociedad actual va haciendo de las redes sociales la fábrica de la verdad (postverdad así se llama ahora a la información manipulada y mil veces repetida) crece el desaliento que sentimos quienes no queremos formar parte de esa farsa en la que, incluso los asuntos de mayor trascendencia, se manejan sobre la base de lo que aparece en esas redes, que acaban siendo el referente casi único de lo que piensan los ciudadanos.

Esta lógica, tan falsa como peligrosa, está provocando desconcierto ante la impotencia que supone comprobar que los mensajes destinados a fabricar falsas verdades o verdades a medias, que son las más perversas, son la coartada preferida de nuestros políticos, especialmente de los populistas. Y da lo mismo destrozar a alguien con una imputación que luego resulta falsa que filtrar un sumario secreto, seleccionando la parte que interesa. En ambos casos, y en otros muchos, no se exige responsabilidad ni reparación del daño. Por el contrario, se deja circular o se alimenta la mentira hasta convertirla en una verdad fabricada de retazos con visos de veracidad. Así ocurre con informaciones interesadas y adulteradas como el mantra de la destrucción o la privatización de la Sanidad Pública o la identificación de los independentistas como los únicos catalanes.

Y esas «verdades» seducen y se asumen. Ya lo decía el maestro, el excelso poeta A. Machado: «Se miente más de la cuenta por falta de fantasía. También la verdad se inventa». Buscar lo verdadero entre la paja de lo inventado es un deber ineludible para quien aspira a ser libre y veraz al enjuiciar. Y ... al opinar.