Vivir el párkinson

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

23 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Por circunstancias he tenido la oportunidad de conocer a una parte del personal que en el Servicio de Neurología del CHUF (antes Marcide) trata a los enfermos de Parkinson y, ademas, pertenece a un equipo que está investigando, mediante el programa COPPADIS, aspectos importantes de esta enfermedad, con el objetivo de poder avanzar en su diagnóstico y tratamiento. Conocer a estos profesionales, el Dr. Diego Santos García, investigador principal y la enfermera Teresa de Deus, ha sido un privilegio y una oportunidad para acercarme a un problema que necesita la máxima atención de la Sanidad Pública, pero también el compromiso de los ciudadanos y entidades privadas para abordar la problemática que genera en pacientes y cuidadores. La investigación no suele ocupar páginas en los medios durante el largo proceso que es necesario para tener resultados concretos. Y abrir una ventana, aunque sea tan pequeña como esta bitácora, para tratar de despertar el interés de mis lectores, me reconforta. Porque puedo transmitirles cuánto me impresionó el trabajo que pude observar. No tengo capacidad para valorar los conocimientos médicos, pero sí las actitudes en el trato con el paciente. La paciencia infinita; la empatía con el enfermo y su familia; la sensibilidad ante las dificultades y el lenguaje, verbal y no verbal, son señas de identidad que ayudan a convertir una consulta médica en un encuentro afectuoso, sin la sombra del pánico que, era el caso, nubla la mente de quien recibe el diagnóstico que temía. El reconocimiento del trabajo profesional no es suficiente. Hay que vivir el Parkinson desde la cercanía, ayudar a que se conozca mejor, militar en la convicción, porque las convicciones son esperanzas, de que es compatible con una calidad de vida más que aceptable. Diego, Teresa y sus compañeros nos esperan -aquí también habita la excelencia- para alentar nuestra esperanza.