¿Sabías por qué se estrella una botella contra el casco de los barcos en las botaduras?

museo naval

FERROL

á.m.

La costumbre se remonta a la época romana, evolucionado hasta hoy en día

14 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El ritual de estrellar una botella contra la amura de los barcos en el momento de su botadura es una costumbre muy antigua que ha evolucionado poco desde su origen.

Los romanos asociaban el vino con la vida y por eso solían quebrar un ánfora de vino para que su contenido sirviese de «alfombra» en la primera zambullida de la nave. Hoy el ánfora se sustituye por una botella de licor o vino local que, pendiente de una piola fina, suele ser una mano femenina la encargada de estrellarla contra el buque como forma de desearle suerte en su cabalgar a lomos de los océanos que le esperan.

Afortunadamente fue la costumbre romana la que evolucionó y no la de los vikingos que jalonaban la caída al mar con los cuerpos de sus enemigos, los cuales quedaban destrozados por el barco en su descenso, quedando sus cuadernas regadas por la sangre antes que por el agua de mar, lo que representaba una buena señal. Las ofrendas con vino en tiempos de los romanos se hacían también con ocasión de los viajes lejanos de sus naves: esta es, por ejemplo una de las razones de que los fondos marinos frente a la Isla de Escombreras, en Cartagena, se hayan visto saturados de ánforas de vino, pues en dicha isla, además de ser una de las primeras almadrabas de la historia española (escombrum signfica caballa), existía un altar al Dios Hércules, a cuya fuerza se encomendaban los navegantes romanos arrojando un ánfora a su paso.

Existe una superstición que dice que si la botella no se rompe o no se realiza este tipo de ritual el barco se hundirá y, por ello, uno de los pocos barcos -que se sepa-, que desafió la costumbre de una vida larga y saludable a cambio de romper una botella fue el famoso trasatlántico RMS Titanic, que sencillamente izó una bandera mercante británica roja en su popa y lanzó tres cohetes al aire en el momento de su botadura (31 de mayo de 1911), motivo por el que recibió bastantes criticas. Como sabemos, el Titanic se hundiría trágicamente tras chocar contra un iceberg el 15 de abril de 1912, durante su viaje inaugural.

En la Edad Media se puso de moda apadrinar los barcos con una personalidad relevante que hacía un brindis desde la borda de la embarcación, utilizando para ello una copa de oro y piedras preciosas incrustadas. Parece ser que en el año 1610, a Enrique Federico Estuardo, príncipe de Gales y heredero a los tronos de Inglaterra y Escocia, que por aquel entonces contaba 16 años, no se le ocurrió otra cosa que lanzar la valiosísima copa hacía la muchedumbre que allí se encontraba. Algo que causó furor y que en siguientes ocasiones siguió haciéndose en otras botaduras. Pero llegó un momento, a finales del siglo XVII, en el que el ritmo de construcción de barcos en Inglaterra era tan alto que no salía a cuenta el hecho de lanzar la copa, por lo que se volvió a la tradición de realizar simplemente un brindis.

La primera constancia que existe de la utilización de una botella y que esta se rompiera sobre el casco de una embarcación es del 21 de octubre de 1797 durante la botadura del USS Constitution (una de las primeras fragatas de los Estados Unidos) en Boston. Durante aquel acto, el capitán James Sever agarró una botella de vino y la estrelló contra el bauprés (el mástil horizontal colocado en la proa). Parece ser que de aquí surgió el ritual de romper una botella de algún tipo de licor (vino, champán/cava o whisky, según el país). Esta costumbre se fue extendiendo por otros países, siendo actualmente una tradición inexcusable.