Repunta el gasto familiar medio en las celebraciones de la primera comunión

FERROL

Los efectos de la fiesta organizada en torno al ritual religioso se perciben, entre los meses de mayo y agosto, en restaurantes, comercios de moda, estudios de fotografía y vídeo, joyerías, tiendas de electrónica o telefonía, e incluso en empresas de animación

27 abr 2017 . Actualizado a las 19:24 h.

Tras los años más duros de la crisis económica, el gasto medio en las celebraciones de la primera comunión, el ritual católico por el que se participa por primera vez en la eucaristía, parece haber repuntado. Desciende, sin embargo, el número de ceremonias, como consecuencia de la caída de la natalidad y reflejo de las transformaciones sociales. Pero muchas familias de Ferrolterra, Eume y Ortegal encaran -«con nervios y ganas de que pase», admite una madre- los días o las semanas previos a la primera comunión de sus hijos. «En Navidad viene ya gente a mirar y a partir de Reyes empiezan a reservar el vestido -cuenta María Barcia, diseñadora y responsable de la tienda ferrolana homónima-. Antes, las firmas tenían trajes en el almacén y en dos o tres semanas te servían, ahora fabrican según vas pidiendo y tardan por lo menos unos 40 días en mandártelo. Después hay que probar y hacer los arreglos para tenerlo listo para las fotos [de los recordatorios]».

 Este año, las tendencias se inclinan «por el vestidito romántico, aunque se siguen llevando los de capa o los clásicos del cuello de toda la vida», explica Fina Romero, empleada de Moda García, en Cedeira. Para niños, apunta, convive el traje de almirante, esta temporada de cuello mao e incluso con chaleco, con el de marinero de siempre y el de marinero elegante [con botones por delante], y el de calle, como el de su padre». Barcia destaca «el toque de color» que buscan muchas «niñas o mamás», con vestidos de tul transparente con una falda interior de color rosa, y los modelos bohemios o de estilo ibicenco. Internet funciona como asesor «un arma de doble filo, que ayuda y entorpece, y las niñas vienen con las ideas muy claras y la tableta en la mano», cuenta la creadora. «Hay niñas que entran decididas y otras que cambian por el precio o por una tradición familiar. Suele hacerse un esfuerzo, es una mini boda y todos quieren que su hijo o su hija luzca más que nadie», asevera Romero. El gasto en ropa oscila entre los 160 euros de un traje de marinero básico a los 450 del de almirante, con diferencias notables según la tienda y la firma; y entre 150 y 1.100 para las niñas, aunque la mayor demanda se registra en los diseños de 400 a 500.

Banquetes colectivos

Entre los meses de mayo y agosto, cuando se concentran las primeras comuniones, restaurantes como el Trasanquesa, en O Trece (Narón), preparan decenas de banquetes (la media anual ronda el medio centenar). El comedor grande, con capacidad para 200 comensales, se llena con las ceremonias colectivas (con menores de distintas familias, amigos), cada vez más frecuentes, y a veces incluso con las de un solo niño. «El espacio es la diferencia respecto a otros locales, en el exterior tenemos hinchables, porterías y un parque completo; y en la parte delantera, un parque interior por si llueve, con juegos que los niños van trayendo y se pueden llevar, si les gustan, igual que la biblioteca, de donde sacan y traen los libros que quieren», indica Tania Rivera, hija del propietario y encargada del local.

El menú más asequible que ofrece este establecimiento cuesta 16 euros y el más solicitado, 25, con una propuesta especial para los menores por 15. La tarta va aparte, puesto que muchos padres la encargan directamente a su pastelería de referencia; y lo que casi nunca falta, asegura Rivera, es la animación. «Los padres quieren estar relajados -subraya- y vamos repartiendo entre las distintas empresas de la zona». David Doce, dueño de Casa Rodrigo, en San Claudio (Ortigueira), ya ha decidido contratar una camarera con título de animadora para ofrecer un servicio cada vez más reclamado. «No menú ao mellor se escatima máis, pero nos xogos non, porque é o día dos nenos e tamén pola comodidade dos pais. A última comuñón fíxena nunha carpa, con 120 persoas, eran tres nenos do Viso. A xente busca espazo e aquí temos o inchable, que acabamos de estrear, unha cancha de baloncesto, unha pista de fútbol 7 con area, unha de volei praia e bádminton», relata Doce. El menú, «con cinco ou seis pratos, o que a xente quere, como bos galegos», parte de 32 euros (la mitad para los menores). Hay quien opta por un banquete en casa o en un local social, con servicio de cátering y, casi siempre, de animación, «porque tes que entreter aos cativos, que o pasen ben no seu día», reconoce Laura, progenitora ortegana.

Los álbumes son digitales

Todo lo que ocurre en torno a una primera comunión, tanto la ceremonia religiosa en la iglesia, como el banquete posterior, se documenta. «Antes se hacían estampitas con el nombre y ahora tenemos recordatorios personalizados con la fotografía del niño, o se entrega un mini álbum con varias imágenes», detalla el pontés Fabián Veiga. Este tipo de eventos representan un 25 % del negocio de la tienda, con especial incidencia de mayo a julio, aunque ya se inicia en abril, con las fotos de estudio, y se prolonga hasta septiembre, con la poscomunión, «con una salida al exterior con los padres y el niño».

«El mercado exige novedad y una evolución continua del producto -constata Veiga-; ahora vendemos mucho el álbum digital con fotografía integrada». El vídeo, comenta, suele reservarse para el ritual del templo, «en plan comunitario». Pero hay quien solo quiere «un estudio exprés, con un único decorado, unas cuantas fotos y los recordatorios», con un gasto mínimo de unos 70 euros. En el otro extremo, algunas familias se han gastado 1.500 euros (con vídeo, poscomunión en la playa, álbum digital, etcétera); y el promedio se mueve entre 600 y 700. Las cifras coinciden en el caso de la fotógrafa ortegana Marta Platas. «Las fotografías principales son en la iglesia, mucho menos en el banquete, salvo quizás la tarta -corrobora-. Aquí hay mucha tradición aún de álbum analógico, de foto pegada, aunque también se pide el digital, con más fotos y montajes; depende, igual que el vídeo, de la economía familiar». Las fotos han cambiado, de las poses clásicas de estudio a gestos «más naturales, riéndose, jugando, con más frescura», resume Platas, que casi siempre elige los exteriores, «en el muelle de Espasante, para coger de fondo la isla de San Vicente, en la playa de Morouzos... Y alguna vez también en el banco de Loiba».

Las parroquias fijan las fechas de las ceremonias colectivas, pero suelen ser flexibles «porque hay mucha gente que trabaja en el mar o, en el caso de Ferrol, están en la Marina y tienen a la familia fuera», remarca un hostelero de la zona, por lo que se ajustan a las necesidades de cada caso. Hay quien espera para hacerla coincidir con la fiesta del patrón. Sea como sea, las celebraciones en torno a la primera comunión representan un desembolso para padres -una media de 2.500 euros para 50 comensales- e invitados. «En la óptica tenemos prismáticos de color, que gustan mucho a los niños, igual que las gafas de sol», dice la empresaria naronesa Olga Ameneiro. Pero las joyerías siguen acaparando el mercado del regalo de este evento.

De viaje a Disneyland París

«Vendemos muchos relojes, para niño y niña, esclavas, pulseras, juegos de pendientes y anillo, sellos de oro, marcos de foto, álbumes [cada vez menos por la mayor demanda de los digitales]», repasa Marité Blanco, responsable de la joyería Narón. En el campo de los obsequios, la crisis se ha dejado sentir. «Se compraba mucho más antes, ahora se ha pasado del oro a la plata e incluso nos traen esclavas o el sello de bebé para aumentarles, y esto antes no ocurría», añade. Aún así, entre abril y mayo «se nota en las ventas». La primera comunión se parece cada vez más a una boda, pero sin listas de regalos, salvo alguna excepción, y con un peso creciente, ya en los últimos años, de los móviles -«es el primero que tiene el niño y normalmente lo regalan los abuelos o los tíos, un teléfono inteligente de hasta 130 euros», explican en una tienda de Movistar en Fene-, las consolas -«cosa de los padres, la PlayStation 4, sobre 250 euros; o la Xbox One, 300», apuntan en Game, en el centro comercial Odeón- y cualquier otro aparato electrónico. Y hay menores que eligen un viaje en familia, con destino preferente a Disneyland París.