País

Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

FERROL

12 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En este país llamado España desde hace tiempo vienen metiéndonos miedo co los recortes fiscales y tomándole el pelo a mucha gente para que estén preocupados y hagan un plan de pensiones. Esto es parecido al truco de los bancos, que te regalan un televisor por abrir una libreta y te lo descuentan con la tarjeta de crédito.

 Y si esto es así, y así es, estamos ante una situación seria y engañosa con quien nos gobierna y que muchas de las veces encuentra el apoyo de una justicia injusta. Y ahí están los casos últimos de Urdangarín, Rato y Blesa, que se beneficiaron en millones de las partidas de fondos públicos después de manejarlas a su antojo y se pasean por la calle como ciudadanos ejemplares que fueron, según la primera sentencia. Al contrario de esa señora que fue detenida por ponerle un micrófono a un muñeco de peluche para escuchar a su marido. Me dirán si no hace falta un control mínimamente democrático para estos sistemáticos estragos que hacen el poder y la justicia.

Ante estas disfunciones del sistema y como no se pone colorado nadie, el resultado es que están convirtiendo este país en una jungla, y vuelve a resucitar el sálvese quien pueda. Y las cien mil familias que no tienen ningún ingreso que sigan ahí. Estos son los sentimientos más obscenos que puede tener un político que se precie. Por todo ello, lo que estamos viviendo es tan irracional que lo demás pierde interés. No vale la pena. Y mientras esto sucede, que no es poco, por estas latitudes nos preguntamos dónde van los compromisos del dique flotante, el tren a Caneliñas o el saneamiento de la ría, que deberían defender nuestros más cercanos representantes. Pero prefieren seguir diciendo vaciedades y mostrándose ajenos a los problemas reales. Y eso que esta vez, desde Galicia, todos los diputados que aportamos al Congreso son gente de carreras superiores, todos. Pero allí esta remesa tampoco genera esperanza de que estamos en buenas manos. Nos queda a los que seguimos pensando que las cosas tienen que cambiar y mejorar, a esa gente que no tiene nada, denunciar que los gobernantes dejen de liarnos con las cuestiones trampa. Y ante los problemas serios, respondan con argumentos razonados y soluciones, y quienes imparten Justicia con mayúscula no resuciten nuestras emociones exacerbadas. Unos y otros no favorezcan más estas disfunciones del sistema que nos está llevando a veces a darle rienda suelta a nuestros sentidos y apuntarnos a todas las manifestaciones.