Las rutas despiertan pasión por el patrimonio geológico de la comarca

FERROL

El 60 % de los casi 400 participantes en las 33 salidas guiadas por Francisco Canosa desde principios de julio hasta mitad de agosto residen en Ferrolterra y Ortegal. Las expediciones constituyen un ejemplo de turismo sostenible en un territorio de una riqueza extraordinaria

26 ago 2016 . Actualizado a las 07:42 h.

 

¿Qué es la geología? «Junto con la biología, la química, la física y la astronomía, es una de las cinco ciencias naturales fundamentales. Suele ser la más desconocida porque es la más reciente, hasta finales del siglo XVIII no se acuñó el término de geología como ‘estudio de la materia sólida y líquida que constituye la Tierra’», define la Sociedad Geológica de España. Engloba «el estudio de la composición, estructura, propiedades físicas, dinámica e historia de los materiales terrestres, así como los procesos que producen cambios en su forma y composición», abunda.

 Francisco Canosa Martínez (Vilagarcía de Arousa, 1983), doctor en Geología, se ha empeñado en divulgar esta ciencia, de antemano árida y gris, abordándola de una forma amena y divertida, a través de rutas guiadas y comentadas por las comarcas de Ortegal y Ferrolterra, con un extraordinario patrimonio geológico. Equipado con pizarra, rotuladores y paneles para la interpretación visual de los principales puntos de interés, Canosa inicia cada expedición del mismo modo. «Al principio les digo a todos: estáis viendo el interior de nuestro planeta, cosas que de forma habitual no se pueden observar... Es algo singular y tenéis la suerte de estar en un sitio donde a muchos les gustaría estar, con una singularidad al alcance de la mano, que se encuentra a mucha profundidad pero que aquí lo podéis tocar».

Las playas de arena negra

Ahí arranca la aventura. «Somos como los CSI de las rocas, vamos buscando pistas, nos van contando historias y lo que tenemos que hacer es entenderlas», apunta Canosa. Ricardo Arenas Martín, catedrático de Geología de la Universidad Complutense de Madrid lo sintetiza así: «Solo hay un testigo de la historia del planeta: las rocas. Hay que saber leerlas». Javier Rosado Escobar, ferrolano asentado en Redes (Ares), ha recorrido ya casi todas las georutas -comenzaron en Ribadeo el pasado verano y este año se han extendido a Cedeira, Moeche, Cariño, Ortigueira y Valdoviño, y están a punto de ampliarse a Cerdido y San Sadurniño, de la mano de los concellos o por iniciativa directa de Canosa- y no duda en coger la hoz, junto al guía, y desbrozar senderos. Como el que conduce a las playas de arena negra de Teixidelo, «posiblemente as únicas praias de areas negras non volcánicas de todo o mundo, posto que están constituídas por pequenos grans de peridotitas e piroxenitas serpentinizadas», como detalla Canosa en la Guía xeolóxica de sete xeorutas no Concello de Cedeira, editada por el Ayuntamiento en abril de 2015.

El itinerario de las playas negras es el preferido entre los expedicionarios -desde principios de julio hasta mediados de agosto participaron 385 personas en las 33 salidas efectuadas; el 60 % de Ferrolterra y Ortegal, el 30 % del resto de Galicia y el otro 10 % de fuera-, seguido de la visita a la mina Piquito, en Moeche, y la georuta de los volcanes, en la costa de Loiba. La experiencia vivida en el macizo de O Limo (Cariño) cautivó a Rosado. «Tuvimos que andar buscando los caminos», recuerda, para poder «descubrir formacións rochosas moi singulares, que co paso do tempo adquiren formas sumamente curiosas e chamativas», como describe Canosa en http://rutasxeoloxicasdegalicia.blogspot.com.es/, el blog creado para dar información y facilitar la inscripción en las rutas (muchas con lista de espera). 

Los volcanes de Loiba

El paisaje de los acantilados más verticales de la sierra de A Capelada fascinó a Emiliano y a su mujer, madrileños con segunda residencia en Ortigueira -«vinimos hace diez años, un fin de semana de octubre con tiempo malísimo, y nos enamoramos del pueblo»-, pese a la dificultad de la senda, con tramos cerrados de maleza. Esta pareja también se adentró en la georuta de los volcanes y descubrió cómo, hace más de 470 millones de años, en todo el litoral de Loiba «había numerosos volcáns, con erupcións moi explosivas e violentas». La huella pervive en las rocas. «Impresiona ver lavas volcánicas que no son negras, fragmentos que salieron disparados y cenizas (...). Y en la playa de Picón, ver cantos rodados en medio de las pizarras, que normalmente eran fango y estaban en el fondo del mar. ¿Cómo han llegado hasta ahí los cantos rodados? La única explicación que se les da, y lo he corroborado, es que son fragmentos de rocas que hace millones de años viajaban en grandes icebergs, cuando esta zona estaba próxima al Polo Sur, y cuando se descongelaron cayeron al fondo del mar», relata el guía, para asombro de casi todos.

«Os cantís son fantásticos», asevera Edorta, vecino de As Neves con raíces familiares en Cedeira. Con su pareja, Estefanía, y sus hijos, de siete y 11 años, han descubierto las peridotitas-piroxenitas del macizo de Ouzal, en San Andrés de Teixido, «rochas que proceden do Manto, é dicir, a máis de 70 quilómetros de profundidade, polo que a súa presenza na superficie terrestre é pouco habitual», señala el experto. Esta familia ha conocido «cousas moi impactantes, como a Falla de Valdoviño, unha fronteira que divide Galicia en dous», comenta Edorta. En el recorrido entre Pantín y Valdoviño se halla esta singular estructura geológica, que se extiende hasta Monforte de Lemos, «ou os materiais do chamado Complexo de Cabo Ortegal, rochas que formaban parte dun antigo océano e que habitualmente non aparecen na superficie da Terra». Su última salida ha sido a la mina Piquito, en Moeche, la última explotación minera de cobre que se cerró en Galicia, en torno a 1960, con sorprendentes formaciones de colores «e rochas que estiveron no fondo do mar hai uns 400 millóns de anos». La alcaldesa de Moeche, Beatriz Bascoy, elogia al artífice de esta iniciativa de turismo sostenible, que busca dar a conocer el patrimonio geológico de la zona -«parte do éxito é el porque o fai moi didáctico»- y planea «ofertar paquetes turísticos o ano que vén, que inclúan xeorutas, visitas ao castelo, á área recreativa...».

«Revalorizar o noso patrimonio»

Las georutas constituyen un primer peldaño para alcanzar una ambiciosa meta, el Xeoparque do Cabo Ortegal, que abarcaría el territorio de Ortigueira, Cariño, Cerdido, Cedeira, Valdoviño, Moeche y San Sadurniño. María Xosé Rodríguez, primera teniente de alcalde de Cedeira, reitera «a firme aposta» de este Concello por este proyecto y se refiere a las georutas como «unha das mellores actividades que conseguimos organizar este verán e que esperamos potenciar aínda máis». «A ver se se suman forzas e entre todos vai adiante o xeoparque, porque é valorizar o patrimonio, non só paisaxístico, senón tamén xeolóxico, é revalorizar o noso», subraya Edorta. «Estamos aprendendo moitísimo [con las salidas geológicas], os nenos están encantados», remarca. «A nivel geológico y paisajístico tienes muchos contrastes en la zona, no se solapan unas rutas con otras (...). Caminas poco y te encuentras de todo, en Loiba vas viendo la evolución del nivel del mar y cómo van cambiando las rocas, vas haciendo una lectura del libro de la historia del planeta», concluye Canosa, muy satisfecho de la experiencia. Él también aprende. «Y me sorprende que venga gente sin ningún tipo de conocimiento previo y repita, percibes que se involucran y al final te dicen ‘¿pero ya ha terminado?». «En cualquiera de las rutas estás descubriendo otro mundo, aunque lleves años aquí y varias generaciones», sentencia Rosado, que aplaude la magnífica labor de Canosa, a quien conoció en una salida didáctica por el Cabo Ortegal cuando este geólogo contaba 16 años. Y no se resiste a comentar un ejemplo cotidiano que utiliza, en este caso para explicar la morfología de las rocas dobladas. «¿Cómo se doblaron? Se comportan como una tableta de chocolate, si está fría se rompe y si la sacas al sol, se dobla. Lo mismo les pasa a las rocas».