El botellón en Pardo Bajo colma la paciencia de hosteleros y vecinos

FERROL

j. pardo

Denuncian ruidos, peleas, aglomeraciones y suciedad todos los fines de semana

25 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las numerosas quejas recibidas han forzado una campaña policial para poner coto al botellón en la calle Pardo Bajo, donde todos los fines de semana, denuncian los vecinos, se llena de jóvenes que beben en la calle. Con todas sus consecuencias: ruidos, peleas, aglomeraciones que impiden transitar a los vehículos y la suciedad que puede verse a primera hora a la mañana siguiente.

La costumbre de adquirir bebidas alcohólicas, generalmente en supermercados y grandes superficies para abaratar la compra, para después consumirlas con amigos y en grupo y al aire libre ha mudado su escenario. Durante muchos años la plazoleta situada en la zona del Cantón cercana a las Angustias, conocida como cenicero por su forma circular, era el punto de encuentro habitual para esta práctica. Pero desde hace un tiempo, el botellón se ha trasladado unos metros y se concentra en Pardo Bajo y el Cantón, donde les resulta especialmente práctico el banco corrido de piedra.

Las quejas comunicadas se han incrementado en los últimos meses, confirmó la Policía Local. Y entre ellas, las de los numerosos hosteleros, que alegan que el botellón disuade a su clientela habitual, que tiene un perfil bien distinto: de más edad y que acude a cenar o a tomar algo a alguno de los negocios de hostelería existentes. Además se han trasladado protestas por la ocupación del mobiliario e incluso por la rotura de algunos elementos. Sin contar las vomitonas a las puertas de los locales y portales o los residuos que se dejan en la calle.

Hace varios fines de semana, señaló la gerente de la Asociación de Hosteleros, Luisa Barro, hubo una «batalla campal» en la calle. Y «algún hostelero se quejó de que las sillas las tiene que ir a buscar al Cantón», añadió.

Fuentes policiales explican que la problemática de Pardo Bajo, con el botellón y la venta de alcohol a menores que aseguran que existe, es bien distinta de otra zona de marcha, la de A Magdalena, donde el mayor problema proviene de los horarios y la competencia desleal de negocios que con determinada licencia cierran más tarde de lo que les correspondería.