Días marrones

Nona Inés Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

01 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

uestra Luz Casal, en una canción maravillosa, confiesa que tiene días marrones. Y explica, con la sensibilidad con la que interpreta sus temas más intimistas, cómo son esos días, envueltos en la nostalgia y con deseos de acurrucarse en un rincón del sofá o no levantarse de la cama.

Son muchos los días en los que la atmósfera vital que nos rodea me parece marrón. En ocasiones se debe a cuestiones de índole exclusivamente personal. Pero hay otros en los que el marrón nace de los pinceles con los que, opinadores de todo tipo y condición, pintan el día a día de esta ciudad, que parece haber perdido la capacidad de matizar y se acurruca en el marrón o el negro Pretenden convencernos de que cuanto nos ocurre es fruto de la mala fe de los malos, casi siempre la derecha, económica política o social, que vive para fastidiar?.

Por eso, incluso cuando hay indicios esperanzadores, sea en el naval, el turismo o el consumo, hay que explicarle a los ciudadanos que no hay nada que celebrar, ni siquiera la ansiada botadura. Y tapar así, con brochazos de marrón, ese rayito de luz que, menos veces de las deseadas, se cuela en nuestra realidad y nos trae una buena noticia.

Así, es muy difícil encontrar motivos para mirar hacia adelante. Pero no hay principio económico más incontestable -cito a Fuentes Quintana- que afirmar que el progreso económico depende de que circule: «algo de dinero, pero, sobre todo, toneladas de confianza». Sigan vendiendo en marrón esta ciudad y a ver quién se la compra.

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