«Me vi morir, pero me negué a creerlo»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL

Abelardo Sánchez preside la Asociación Gallega de Trasplantados Airiños y es directivo de la misma entidad nacional.
Abelardo Sánchez preside la Asociación Gallega de Trasplantados Airiños y es directivo de la misma entidad nacional. JOSÉ PARDO< / span>

Lleva 13 años de «segunda vida» ayudando a otros enfermos

14 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Abelardo Sánchez Sanjurjo se enteró de que tenía hepatitis B ejerciendo de donante de sangre, y por eso lo recomienda a todo el mundo que pase por este trance: «A mí me la transmitió mi madre y ella no sabía que la tenía; gracias a las donaciones podemos saber estas cosas», precisa y recuerda las múltiples vías por las que se puede caer en esta enfermedad. A veces no se desarrolla; otras sí, como le pasó a él hace poco más de trece años en plena Semana Santa ferrolana.

«Comencé a encontrarme mal y una mala administración del tratamiento me hizo empeorar hasta ponerme al borde del precipicio, donde ya solo valía el trasplante. Recuerdo que a mí no me contaron nada, pero lo veía en las caras de mi familia». Abelardo, Tito, pasó a ser una de las prioridades en la lista de espera de órganos durante unas jornadas en las que su deterioro físico era notable, pero en las que no perdió ni un ápice de optimismo: «Me veía a morir, pero me negué a creerlo. Sabía que tenía que despedirme de mi mujer y de mi hijo, pero ni planteé que era el final». Y esa determinación le dio fuerzas para aguantar y para comenzar una nueva vida. Aunque reconoce que «también tienes momentos en los que te preguntas ¿por qué a mí? que llevaba una vida sana, hacía deporte...» .

El caso es que desde el 2003 siente que tiene dos madres: la que le trajo al mundo y la mujer de 41 años que le donó su hígado. No sabe nada de ella, pero la recuerda a diario y todos los días se dedica a trabajar para que crezca la lista de donantes y baje la de enfermos que necesitan esta operación para seguir viviendo: «Fui de los primeros que habló en el Congreso del abordaje integral de la hepatitis C: es un tratamiento caro, pero más lo es un trasplante si no se toma esta terapia y mucho más el dinero que supone la medicación que debe tomar un trasplantado durante toda la vida», precisa. Tito acaba de llegar de un congreso de médicos que aspiran a curar y a cuidar; cada martes participa en las charlas para las personas que, como él, llegan a esta situación límite y su agenda es un suma y sigue de actividades solidarias: «Me sentí tan agradecido que ahora mi vida es esto». Y por eso preside la asociación de gallega de trasplantados Airiños (con la que se puede contactar a través de Facebook) y forma parte de la directiva de la federación nacional (www.fneth.org). Explica que tan solo el 3 % de la población puede ser donante y aún así el 30 % se niega a hacerse el carné a pesar de que cada uno de los que dicen que sí puede salvar siete vidas directamente y mejorar muchas otras gracias a las córneas u otros tejidos. «A las charlas llevamos a un cura que deja claro que el cuerpo en el más allá no sirve para nada».

Abelardo sánchez Sanjurjo, trasplantado de hígado

«Cuando me miro al espejo veo una persona que siempre fue positiva y aún en los momentos en los que le fue peor siempre vio el vaso medio lleno. Cuando enfermas el concepto de la vida cambia: ahora soy más feliz si cabe y estoy dispuesto a ayudar a los demás y a disfrutar de la vida plena que tengo. Y me veo una persona amiga de mis amigos y amante de mi familia»